Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de junio de 2025
¡Ahueca! repitió el señorito, como si fuese a darle de patadas, con la arrogancia de la impunidad. El Chivo salió y los dos amigos volvieron a sentarse. Luis ya no parecía ebrio: antes bien, hacía esfuerzos por mostrarse sereno, abriendo los ojos desmesuradamente, como si intentase anonadar con la mirada a Montenegro.
897 También por estas jugadas suele uno verse en aprietos; mas yo no me comprometo porque sé hacerlo con arte, y aunque les corra el descarte no se descubre el secreto. 898 Si me llamaban al dao, nunca me solía faltar un cargado que largar, un cruzao para el mas vivo, y hasta atracarles un chivo sin dejarlos maliciar.
Ese gachó se lleva toas las parmas esta noche. Era el capitán Chivo, un gitano cantaor que había llegado por la mañana del mismísimo París, fiel a la disciplina militar, para ponerse al frente de sus soldados. Faltar a este llamamiento del deber era renunciar al título de capitán que ostentaba el Chivo en todos los carteles de los music-halls de París donde cantaba y bailaba con sus hijas.
De tarde en tarde aparecía en Jerez, y esto bastaba para que el Chivo y otros acólitos del difunto Dupont, se ocultaran en sus casas, evitando el mostrarse en las tabernas y cafetines frecuentados por el contrabandista. ¡Aquel gachó venía con las de Caín, y les guardaba ojeriza, por su antigua amistad con el señorito! Y no es que le tuviesen miedo.
Al aproximarse la Semana Santa, el capitán Chivo no podía soportar su alejamiento de Sevilla, y se despedía de las hijas con un gesto de padre intransigente y severo. Niñas: me voy. A ve si son güenas ustés. Que haiga formaliá y desensia... La compañía me espera. ¿Qué diría si fartase su capitán?...
El Chivo soy yo: todo lo mío lo sabe él. Si viniese aquí mi primo Pablo a hablarme de sus negocios, el Chivo se quedaría oyéndolo todo. ¡Habla sin miedo, hombre! Este es un pozo para todo lo mío. Montenegro se resignó a sufrir la presencia de aquel tagarote, no queriendo demorar por sus escrúpulos la explicación deseada.
Cantaba María de la Luz, cantaba el señorito, y hasta el cejijunto Chivo, obedeciendo a su patrón, soltaba el chorro de su voz fiera, entonando broncos recuerdos a la reja de la carse y a las puñalás caballerescas por defender a la madre o a la mujer amada. ¡Olé, grasioso! gritaba el capataz, irónicamente, a aquel figurón patibulario.
Luis, entusiasmado por la admiración de las dos muchachas sentadas junto a él, quiso mostrarse en toda su grandeza heroica, y repentinamente arrojó una copa a la cara del Chivo, que estaba enfrente. La fiera del presidio contrajo su carátula feroz e hizo un movimiento para incorporarse, llevándose una mano al bolsillo interior de la chaqueta.
Muchas veces, en el Círculo Caballista señalaba a los amigos algún hombre malcarado que le aguardaba en la puerta. Ese es el Chivo decía con el orgullo de un príncipe que habla de sus grandes generales. Un hombre a quien le arrastran las borlas por el suelo. Entre tiros y cuchilladas tiene más de cincuenta cicatrices en el pellejo.
Las copas que llevaba bebidas le abrasaban el estómago, como si el vino se transformase en veneno, por la repugnancia con que lo había tomado de aquellas manos. Dupont, oyendo a Montenegro, fingíase más ebrio de lo que realmente estaba, para ocultar de este modo su turbación. La amenaza de Fermín hizo abandonar al Chivo su mutismo.
Palabra del Dia
Otros Mirando