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Actualizado: 6 de julio de 2025
Yo era la señora por delante de la Iglesia, ella por detrás, y lo más particular es que yo no le tenía tirria, sino lástima, porque yo paría un chiquillo todos los años, y ella... ni esto... A la noche siguiente volvía a soñar lo mismo, y por el día a pensarlo. ¡Vaya unas papas! ¿Qué me importa que la Jacinta beba los vientos por tener un chiquillo sin poderlo conseguir, mientras que yo?...
Márchate tú; corre, chiquillo, que te dejan aquí». No sé qué idea mortificó más mi mente: si la de quedarme a bordo, donde perecería sin remedio, o la de salir dejando solo a aquel desgraciado. Por último, más pudo la voz de la naturaleza que otra fuerza alguna, y di unos cuantos pasos hacia la borda.
Y el viejo, que participaba de las mismas preocupaciones que el mozo, aprobaba con la cabeza. Hacía bien. De ser él joven y fuerte, tendría un compañero más en la partida. Rafael ya no volvió. Huía de que el demonio le pusiera enfrente de María de la Luz. Al verla, podía matarla o podía echarse a llorar como un chiquillo.
El se encargaría de avisar a su casa para que no lo esperasen. Otra vez Gallardo hizo un gesto angustioso; pero se tranquilizó con la mirada del apoderado. ¡Descuida! murmuró éste al ir hacia la puerta . ¿Crees que soy un chiquillo?... Diré que comes con unos aficionados de Madrid.
Con la mano derecha el tío Gorico le levantaba hacia el cielo, y así, extendido el brazo, como si no fuera de hueso y carne, sino de acero firmísimo, permanecía catorce ó quince minutos. Luego venía el momento de las más vivas emociones; el terror trágico en toda su fuerza. Abraham ataba al chiquillo al ara, y sacaba un truculento chafarote que llevaba al cinto.
«¡Vaya una tarde, caballeros, vaya una tarde! exclamó fatigado; y al chiquillo que servía le dijo : No tomo nada. He comido ya... Mi señora madre nos ha metido en el cuerpo una gallina a mi mujer y a mí... y encima tira de Champagne... y tira de bartolillos.
Ya casi sabía de memoria algunos párrafos de los que le parecían más interesantes y para él más halagüeños; y como la alegría le inundaba el corazón, se sentía hecho un chiquillo aquella mañana sonrosada de un día de fines de Mayo, nublado, fresco, antes de que el sol rasgara el toldo blanquecino con tonos de rosa que cubría la lontananza por Oriente.
Y cuando Fernández padece del reuma, le ve D. Pedro Nolasco, que es un gran doctor. A él debes la vida, chiquillo, y él te sacó del costado la bala; que si no a estas horas estarías en el otro mundo.
Una tarde, cuando va llevaba más de un mes de estos saludos, le preguntó Pepe Castro: Oyes: ¿ha dejado de seguirte ya aquel chiquillo rubio de marras? Clementina sintió un estremecimiento raro: se puso levemente colorada sin saber ella misma por qué. Sí ... hace ya lo menos un mes que no le he visto. ¿Por qué mentía?
Cuando el señorito Gabriel quedó sin mamá de pequeñito, lo cuidó con una formalidad que tenía la gracia del mundo, porque ella no era mucho mayor que él. Una madre no hiciera más. De día, de noche, siempre con el chiquillo en brazos. Le llamaba su hijo: dicen que era un sainete ver aquello. Parece que el peso del chiquillo la rindió y por eso quedó más delicada de salud que las otras.
Palabra del Dia
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