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Actualizado: 16 de julio de 2025


Doña Isabel que estaba casada con el principe don Fernando de Aragon, monarca en quien se juntaron luego las coronas de este reino i la de Castilla, logró superar en gran parte la oposicion que el de Portugal hacia á los derechos de su consorte, i así con mas seguridad continuó rigiendo el cetro de tan vasta monarquía.

Sólo la de Dios es dina; Mas quien no guarda la humana, No obedece la divina. ¿Vos quien, como llegué á vello, Partís mi cetro entre dos, Pues nunca mi firma ó sello Se obedece, sin que vos Deis licencia para ello? ¿Vos, quien vive tan en Que su gusto es ley, y al vellas, No hay honor seguro aquí En casadas ni en doncellas? Esto ¡lo aprendéis de !

a la matrona ibérica, a la gloriosa anciana, la que empuñó el gran cetro del mundo, soberana, que la ama Filipinas con hondo amor filial; y al cobijarla un tiempo bajo su enseña de oro, legándole su ciencia y su idioma sonoro, cumplió ella su sagrada misión providencial.

Y al sentir que el tiempo pasaba en vacilaciones y negativas, concluyó con amenazar a su hija con el cetro, como un viejo mendigo que levanta el bastón en el medio de la calle para intimidar a los rapaces que le arrojan cascaras y carozos. Cristela sabía que el rey amenazaba con el cetro sólo cuando estaba muy enojado. Tres veces no más le vio hacerlo, y las tres en graves circunstancias.

Los falsos antiguos ideales de la Edad Media habían caído por tierra como ídolos quebradizos, desbaratados y rotos bajo los certeros golpes del cetro de hierro de los nuevos soberanos. Morsamor no acertaba a descubrir nuevos ideales: nuevos objetos, término y meta de la ambición humana.

Cuantos admiran tu genial vestigio grabado en el solar de tu linaje, vinculan a tu límpido prestigio la sanción de un perpetuo caudillaje. Madura en hechos la rebelde idea, mútilo el cetro de la noble España, la reconquista levantó su tea para alumbrar tu constructiva hazaña.

Estévanez, el famoso dramaturgo, el que empuñaba a la sazón el cetro del teatro, lo había tomado bajo su protección, le había prometido hacerlo representar, pero hasta la hora presente ninguna noticia tenía del éxito de sus gestiones. Era demasiado orgulloso nuestro joven para pedir estas noticias ni menos convertirse en pretendiente.

Levantadas las mesas se arregló un tablado, donde colocado el Rey con la corona cetro y pomo, y sentados á su derredor ó en gradas mas ó menos inferiores los concurrentes, principió el juglar Romasset á cantar una villanesca, que el mismo infante D. Pedro habia compuesto, en la que declaraba el significado de las insignias reales, y despues otra en alabanza del Rey.

"Esta costumbre, a mi parecer justa y santa, puso el cetro del reino en las manos de Policarpo, varón insigne y famoso, así en las armas como en las letras, el cual tenía cuando vino a ser rey dos hijas de extremada belleza, la mayor llamada Policarpa y la menor Sinforosa; no tenían madre, que no les hizo falta cuando murió sino en la compañía: que sus virtudes y agradables costumbres eran ayas de mismas, dando maravilloso ejemplo a todo el reino.

6 En su secreto no entre mi alma, ni mi honra se junte en su compañía; que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro. 8 Judá, te alabarán tus hermanos: tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti. 10 No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga SILOH; y a él se congregarán los pueblos.

Palabra del Dia

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