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Actualizado: 16 de julio de 2025
Vuelve los ojos, y bajo una bóveda, cuajada tambien de figuras, ve un sepulcro, un cetro y una corona sobre la losa, una que otra bandera; comprende que está alli enterrado un héroe y dobla involuntariamente la rodilla. Yace dentro de aquel sepulcro S. Fernando.
En la procesión solemne salía ésta con traje de raso blanco, cubierto de finísimas blondas valencianas, banda bordada de piedras preciosas, cinturón y cetro de oro, arracadas y gargantilla de perlas. Todas echaban, como se dice, la casa por la ventana y llevaban un caudal encima.
iSalud a nuestro monarca! al principe de la tierra y de los aires, que vuela sobre las nubes y sobre las aguas. En su mano se halla el cetro de los elementos, quienes, a sus ordenes, se confunden como el tiempo del caos.
Pero quince minutos después me paseaba libre y sereno sobre la cubierta de popa, fumando y riendo, y luego, en asocio de un amigo y compatriota, hacia saltar el corcho de una botella de champaña para beber por la patria, diciéndome interiormente: «El hombre es el rey de la tierra, porque su fuerza es el espíritu y su cetro la voluntad.» EL OC
Los muchachos, agarrándose a los pingajos de la chaqueta del loco, gritaban: «¡Bastos! ¡Espadas! ¡Copas!» De improviso el viejo se volvió, y levantado el cetro que llevaba, con aire digno, aunque irritado, exclamó: ¡Retiraos, raza maldita!... ¡Retiraos..., no me aturdáis más... o suelto contra vosotros mi jauría de dogos!
-Mejor fuera al revés -dijo el caminante-: el cetro en la cabeza y la corona en la mano. Y será, si a mano viene, que debe de estar dentro alguna compañía de representantes, de los cuales es tener a menudo esas coronas y cetros que decís, porque en una venta tan pequeña, y adonde se guarda tanto silencio como ésta, no creo yo que se alojan personas dignas de corona y cetro.
De seguro que no bien empuñase el cetro, encerraría a donna Olimpia y a su vástago en cierto castillo, levantado a este propósito encima de muy alta y escarpada roca, a donde sólo podía subirse por estrecha escalera abierta en los duros peñascos y muy bien defendida y custodiada.
Tales son las siguientes: La campana de Aragón, cuyo argumento pinta enérgicamente la lucha entre la nobleza aragonesa y el poder real, que al fin deja caer su roto cetro sobre sus inquietos vasallos. La inocente sangre. Al empezar el reinado de Fernando IV tuvo que luchar este Rey con un partido contrario, que intentaba ceñir la corona en las sienes de su tío Alfonso.
Casi al mismo tiempo abrió Colón nuevo camino al poderío español, ofreciéndole inmensos territorios en que plantar su cetro, y Gonzalo de Córdoba, con la conquista de Nápoles, añadió un nuevo florón á la rica corona de los felices monarcas.
Levantose llena de espanto, y, provista del maléfico cardo, se deslizó hasta la entrada de la cueva; separó la maleza y vio, a unos cincuenta pasos, al loco Yégof que avanzaba a la luz de la Luna; venía solo y gesticulaba, hendiendo el aire con su cetro, como si millares de seres invisibles le rodeasen.
Palabra del Dia
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