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Soy tan aturdida que olvidé la presentación... El señor Princetot... el señor Delaberge, inspector general de montes. Los dos hombres se saludaron ceremoniosamente.

Inútil es decir, que el bienaventurado legajo 116 no contenía, como los precedentes, sino el vano polvo de los siglos. A las doce en punto, la anciana señorita vino á tomar mi brazo y me condujo ceremoniosamente á un pequeño jardín festoneado de boj, que forma con un pedazo de la pradera contigua, todo el dominio actual de los Porhoet.

D. Bernardo seguía viviendo en la casa de la calle del Prado, de su propiedad. El criado, en vez de dejarle pasar buenamente, por tratarse de un pariente tan cercano de los señores, le introdujo, como siempre, ceremoniosamente en el salón, y le mandó esperar. «Empieza la comedia» dijo Miguel para sonriendo.

El duque entró al fin, grave, espetado y con el sombrero puesto como tenía de costumbre. Al verle la Dorotea se levantó, arrojó el papel sobre una silla y se inclinó ceremoniosamente en una cumplida reverencia ante su hinchado amante. Mil gracias, señor le dijo , pues al fin os dejáis ver de esta pobre mártir. Y puso un sillón al duque.

Inés, no indiferente a mi presencia, según comprendí, pero tampoco sorprendida, debía saber que yo estaba allí. ¡Ah! exclamé con despecho para mis adentros . La muy pícara aunque la llamaron, no bajó hasta que vino el maldito inglés. Doña María me presentó ceremoniosamente a ella diciendo: A este caballero le conocimos en nuestra casa de Bailén cuando la célebre batalla.

Esta breve conversación fué en francés, y Celinda sólo pudo comprender algunas palabras; pero adivinó que la otra había dicho algo contra ella, é hizo una mueca de desprecio asomando su lengua entre los labios. Pasaron á continuación los jinetes del segundo grupo. El marqués saludó ceremoniosamente á la joven.

El duque, en un principio ceremoniosamente obsequioso con la trivial cortesía del caballero que se complace viendo en su casa al personaje del día, pensó luego que bien pudiera serle útil en el porvenir la amistad de aquel hombre nacido apenas a la vida pública, y objeto ya de tantas conversaciones.

Luego de saludar Canterac ceremoniosamente desde lejos á su adversario y á los padrinos de éste, empezó á pasearse por la orilla del río. Fingía divertirse siguiendo con sus ojos el revuelo de los pájaros matinales ó arrojando piedras á la corriente. El contratista, que deseaba no ser menos que él, imitándole en todo, se paseó también junto á los sauces, mirando al río.

Me dejé besar de buen grado, no sin decir para mis adentros, que hubiera sido mucho mejor que en tan delicada operación le hubiese reemplazado su hijo. Por fin entró... De buena gana habría dado todo mi dote y mi hermoso vestido a más, por el derecho de correr a él y abrazarle con todas mis fuerzas. Dio un apretón de manos a mi prima, y me saludó tan ceremoniosamente, que quedé cortada.

La visita fue corta, porque el marqués deseaba cumplir aquel mismo día con el Arcipreste, y la parroquia de Loiro distaba una legua por lo menos de la villita de Cebre. Se despidieron de la autoridad judicial tan ceremoniosamente como habían entrado, con los mismos requilorios de brazo y acompañamiento y muchos ofrecimientos de casa y persona.