Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 28 de junio de 2025
Viene a Tablanca para ofrecerle a usted personalmente toda la amistad y respeto que le merecieron las virtudes de don Celso, y a rezar por su alma en los funerales de hoy.
Por aquellas calendas hicieron una visita a su tío de usted, don Celso; pero tenía éste entonces más bríos y más agallas que hoy, y respondió a su taimada exposición de necesidades en tales términos y en tal actitud, que no insistieron en su petición, ni han vuelto a parecer por Tablanca.
No, hombre, no insistió él con la mayor seriedad . Entendí que conocías el dicho que corre aquí como evangelio. Y ¿qué dicho es ése? Que no hay en todo este valle más llanura que la sala de don Celso. ¿Oístelo ahora? añadió riéndose y mirándome a la cara con sus ojillos de raposo . Pues atente a ello.
La verdad es, chiquillo repuso Celso poniéndose serio también, que á Nolo le zumba el alma con el palo en la mano. ¿Que si le zumba! exclamó Quino aceptando, sin comprenderlo, el lenguaje pintoresco de su amigo. Habías de verlo desenvolverse como yo le he visto el año pasado en la romería del Otero. Tenía seis hombres encima de sí y no de los peores de Rivota.
Bebió y paladeó el confortante licor, relamiéndose de gusto, y echó después una yesca, mientras yo contemplaba a vista de pájaro el vallecito de Tablanca, con sus casitas trepando mies arriba detrás de la de mi tío, sola y encaramada en lo alto, como si se hubiera detenido allí para animarlas con la voz y algunas cuchufletas de don Celso; y, por último, recostándose contra el terreno y estribando con las abarcas en las asperezas del camino, me refirió lo siguiente, que yo traduzco, poco más que en sustancia, al lenguaje vulgar, con verdadero sentimiento, porque no me es posible, por falta de memoria y de costumbre, reproducir al pie de la letra aquel pintoresco lenguaje, cuyo sabor local excedía con mucho, en interés, al asunto relatado.
Lo único de él que la mortificó verdaderamente, fue el privarla, y privar a todos los de su casa, de ir a hacer un rato de compañía a don Celso y ver cómo andaba de salud.
Entretanto, dijo éste a don Simón: Tiene usted que poner dos letras a aquella persona que saludó a su amigo de usted tres meses hace, y que es pariente de la cuñada de un amigo del regente. ¡Pero don Celso!... ¡Pero don Simón!... ¡Si ni siquiera sé cómo se llama! ¡Diablo! ¡Ni dónde reside! ¡Demonio!... Pero no importa. Antes al contrario, es mejor así. ¿Cómo que no importa? Lo dicho.
A todo esto, ella me miraba de hito en hito; hasta que, sin llegar yo a decirla cuanto pensaba decir, bañó toda su faz noblota y rozagante en una sonrisa que pudiera llamarse inmensa, si se midieran las sonrisas como las superficies; arrancó hacia mí con ambas manos tendidas, y exclamó cortándome el descosido discurso de repente: ¡Virgen la mi Madre! Usté es el sobrino de don Celso.
Asistió hasta el Tarumbo, que rara vez iba por allí, harto más intranquilo y desazonado con la enfermedad de don Celso y la burrada de Pepazos, que por habérsele ensanchado en más de otro tanto, con el peso y la destilación de la nieve, el boquerón que ya tenía su casa en el jastial del Poniente.
Entre tanto la cocina se llenaba poco a poco de gente que acudía a saber de don Celso y a ofrecerse para toda clase de menesteres en la casa en aquellas horas de prueba, y a mí no me disgustaba verme tan bien acompañado en ocasión de tantos apuros.
Palabra del Dia
Otros Mirando