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Actualizado: 23 de julio de 2025


En más de una ocasión trataron de ganarle, ofreciéndole mucho dinero para que fuese á hacer de Abraham á otras poblaciones; pero él no quiso jamás ser infiel á su patria y privarla de aquella gloria.

Lo único de él que la mortificó verdaderamente, fue el privarla, y privar a todos los de su casa, de ir a hacer un rato de compañía a don Celso y ver cómo andaba de salud.

Y aquel dolor de vivir sin cariño, y sin derecho para inspirarlo ni aceptarlo, puesto que estaba ligado a una mujer a quien no amaba; aquel dolor que no dormía, ni tenía paces, ni le quería salir del pecho, y le tenía la fantasía como apretada por serpientes, lo que daba a todo su música un aire de combate y tortura que solía privarla del equilibrio y proporción armoniosa que las obras durables de arte necesitan; aquel dolor, en un espíritu hermoso que, en la especie de peste amatoria que está enllagando el mundo en los pueblos antiguos, había salvado, como una paloma herida, un apego ardentísimo a lo casto; aquel dolor, que a veces con las manos crispadas se buscaba el triste músico por sobre el corazón, como para arrancárselo de raíz, aunque se tuviera que arrancar el corazón con él; aquel dolor no le dejaba punto de reposo, le hacía parecer a las veces extravagante y huraño, y aunque por la suavidad de su mirada y el ardor de su discurso se atrajese desde el primer instante, como un domador de oficio, la voluntad de los que le veían, poco a poco sentía él que en aquellos afectos iba entrando la sorda hostilidad con que los espíritus comunes persiguen a los hombres de alma superior, y aquella especie de miedo, si no de terror, con que los hombres, famélicos de goces, huyen, como de un apestado, de quien, bajo la pesadumbre de un infortunio, ni sabe dar alegrías, ni tiene el ánimo dispuesto a compartirlas.

Aquí conviene todavía aclarar algunas ideas. Cuando se trata de extension despojada de formas sensibles, no se entiende privarla de su capacidad para ser sentida; solo se quiere prescindir de esta capacidad en sus relaciones con el ser sensible.

Yo me resigno fácilmente á deshacerme de lo que creia en mi infancia de que el color que veo en mi mano esté en ella, de que el ruido que hace al chocar con la otra esté en ella; pero no puedo de ningun modo privarla de la extension; no puedo imaginar que la distancia de la palma al extremo de los dedos no sea mas que una pura sensacion, de que solo haya un ser que me la cause, sin saber si en la realidad esta distancia existe.

Imposible apartar de ella y raer la ponzoña de sus úlceras, a no despojarla de una de sus principales potencias, a no privarla para siempre de la memoria. Tal era el estado de mi alma cuando, después de tanto tiempo, volví a verte en casa de las de Pinto. Te lo digo sin lisonja: me pareciste muy bien.

Sus vicios eran puramente de eclesiástico. Ahorraba en secreto, con esa avaricia fría y dominadora de la gente de iglesia en todos los tiempos. Su bonete mugriento era siempre de algún canónigo que lo desechaba por viejo; su sotana de un negro verdoso y sus zapatos habían sido antes de algún beneficiado. En las Claverías se hablaba en voz baja del dinero guardado por don Antolín, de sus ahorros, que dedicaba a la usura; préstamos que nunca iban más allá de dos o tres duros a los pobres servidores del templo agobiados por la miseria, y que recobraba con creces cuando a principios de mes pagaba el canónigo Obrero. En él, la avaricia y la usura iban unidas a la más absoluta probidad para los intereses de la iglesia. Perseguía encarnizadamente la menor sisa en la sacristía, y entregaba sus cuentas al cabildo con una minuciosidad que fastidiaba al Obrero. A cada cual lo suyo. La iglesia era pobre, y resultaba un pecado digno del infierno privarla de un solo ochavo.

Al ver á estas niñas, siempre he dicho: ¡pobrecitas! ¡vosotras no tenéis madre! Una madre para su hija, es como el rocío de la mañana para la flor; encerrar esta en una estufa, privarla de los primeros besos de la fresca aurora y palidecerá triste y mustia. Un niño sin madre es cual la flor. ¡Saben tantas cosas las madres! ¡Tiene tanto calor el seno de la que nos dió el ser!

Palabra del Dia

godella

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