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Actualizado: 28 de junio de 2025


Le dije a usted en una ocasión, hablando de lo que hoy tenían que hacer los hombres cultos y de buena voluntad en los pueblos rurales para conseguir en ellos lo que don Celso y sus antecesores en el suyo, que no en todas partes se lograba el mismo fruto; que hasta había mártires de ese heroico trabajo, y que quizás tuviera usted ocasión de conocer a alguno de ellos.

Y si la cosa hubiera apretado un poco más de lo que apretó, ¿qué hubiera sido del cristiano en peligro de muerte? ¿De quién hubiera sido la responsabilidad? ¿Qué se hubiera dicho de él y qué de todos nosotros?... Y aunque la cosa no apretara, ¿para cuándo son los buenos amigos? Pues, mira añadió arrimado ya a la cama de don Celso , lo que es ésta no te la perdono.

Mas para llegar a ese extremo, es decir, para que pueda yo excitarle a que se vaya, es preciso asegurarle aquí antes con algo que le sirva de cebo para volver, por natural y espontáneo movimiento de su corazón... En una palabra, tiene usted que aclimatarse de nuevo a esta casa y a esta tierra, y a estos hombres, tales y como habían llegado a parecerle, a la muerte de su tío don Celso.

Suba, suba, señor don Marcelo, y descansará como debe, y le pondré de almorzar... ¡Cómo que no! Aquí todos somos unos. ¿Usté no lo sabe? ¿No se lo ha dicho Neluco? La casona de don Celso y la nuestra casa... ¡vaya!... de padres a hijos viene la estimación y la buena ley y hasta el parentesco, si un poco se escarba en la sangre...

¡Pero eso es indigno de una persona seria como yo! ¡Ay, ay, ay! exclamó con sorna don Celso . ¿Esas tenemos? ¿Con escrúpulos de monja nos venimos? Pues cuente usted desde ahora con que le han de ocurrir en el distrito doscientos lances por el estilo, y si usted está resuelto a hacerles ascos a todos, ya puede volverse a su casa en la seguridad de no sentarse en los bancos del Congreso.

En el grupo de los hombres encontrábase también el intrépido Celso.

Nosotros añadió don Celso, atropellando la humanidad de don Zambombo tenemos que hablar despacio, y nos colamos como Pedro por su casa. Conque venga la mejor habitación y el mejor vino, y síganme todos, caballeros.

Vaya, ¡seré yo tochona!... ¡Pues si es el sobrino de don Celso!... ¡Vile yo en misa el domingo! ¡Hija, qué torpe de !... Y ¿cómo está usté? Mire, señor don Marcelo, ha de perdonarme si me jaya de este arte, porque he estado amasando en la cocina con la mi madre y las mozas pa la jorná de esta noche, y ahora mismu iba a ponerme un poco más cristiana...

Era muy considerable el vacío que dejaba mi tío Celso en la casona de Tablanca para no ser notado a cada instante, por mucho que fuera el tiempo que pasara. Por de pronto, allí no se hablaba de otra cosa, y muy principalmente de noche en las tertulias de la cocina, que se colmaba de gente a pesar del frío y de la nevasca.

Pues bueno repuso mi tío volviéndose hacia su amigo que no chistaba ni se movía, con los ojazos clavados en la lumbre . Ahora quiero que te quedes a cenar con nosotros, no por , que no lo merezco, sino por honrar a mi sobrino. ¡A buen tiempo! murmuró el gigante revolviendo un poco la mirada hacia don Celso y descargando mucho los celajes de su faz.

Palabra del Dia

vorsado

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