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Actualizado: 19 de junio de 2025
Lacante me explicó entretanto que la niña estaría menos fuera de su centro en un convento que en otra parte, pues allí encontraría su atmósfera acostumbrada, los olores de incienso y de sacristía, las devociones meticulosas... Después de todo, todo eso me es igual... En cuanto a casarme, esos son otros cantares... No cuente usted con tal cosa, mi buen Lacante...
»Me es imposible casarme en esas condiciones. »Tengo fe, sin embargo, en la Providencia y espero tranquilamente que suene mi hora. La mujer con quien debo casarme existe seguramente y vendrá a mí. La espero con confianza y una ternura que no pide más que entregarse... »Perdone usted esta confidencia demasiado personal, en gracia de la intención que la ha motivado.
El barrio entero de pescadores se hallaba preocupado con tal persecución. Al recibir aquella carta me dispuse a ir a Lúzaro; antes pensaba en esperar a reunir algún dinero para casarme; ya no vacilé, decidi casarme en seguida. Si Mary quería, por supuesto. Pasaria unos dias en Lúzaro, pondriamos la casa en Burdeos y me iría a navegar.
Nunca volveréis a tener por mí la misma estima dijo Godfrey un momento después, con voz algo trémula. Nancy permaneció silenciosa. No debí dejar a la niña sin reconocerla; no debí ocultaros este secreto. Me era imposible soportar la idea de renunciar a vos, Nancy. Me vi obligado a casarme con aquella mujer, y eso me hizo sufrir mucho. Nancy seguía siempre silenciosa, con la mirada baja.
-Pues yo -dijo el lacayo- soy temeroso de mi conciencia, y pondríala en gran cargo si pasase adelante en esta batalla; y así, digo que yo me doy por vencido y que quiero casarme luego con aquella señora. Quedó admirado el maese de campo de las razones de Tosilos; y, como era uno de los sabidores de la máquina de aquel caso, no le supo responder palabra.
No tengo padre ni madre y me quitas el único hombre a quien hubiera podido amar... Era el único con quien podía yo casarme... Tú puedes escoger... Ya había escogido. Peor para ti... La cuestión no está en escoger, sino en ser escogida... Bueno respondí.
Velázquez no se había sentado al lado de Mercedes. Por un sentimiento de delicadeza prefirió colocarse entre sus futuros suegros. Cuando el bullicio se hubo calmado un poco, les habló en voz baja de este modo: Un sueño me parece lo que está pasando. Me encuentro sentado entre ustedes; veo allí á Mercedes, con la cual no tardaré en casarme, y apenas puedo creerlo.
Para él se necesita una rica heredera, que dé alas a su ambición, y no una señorita pobre que le encadene y le sirva de rémora y estorbo. Créeme, Manuela; ya te lo he dicho mil veces: yo no me casaré nunca... ni quiero casarme. No hablemos de esas tonterías, ni en broma.
Sin contar con que en un instante puedo levantar a todo Estrelsau contra usted y ahogarlo con sus propias mentiras. No lo niego. Como podría casarme con la Princesa y mandar y Miguel y su hermano a... También es cierto asintió el viejo soldado.
¡Alto! dijo el marino retrepándose en el asiento y llevando sus manos al chambergo de mosquetero caído sobre su cogote . ¡Alto, galán!... Me mezclo porque soy de la familia. Creo que se trata de mi sobrina; a lo menos así me parece. Y si quiero casarme con ella, ¿qué?... Tal vez a Catalina le parezca bien; tal vez su padre se muestre conforme.
Palabra del Dia
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