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Actualizado: 18 de noviembre de 2025
Hay que desengañarse manifestó un gordo y colorado caballero de aspecto bonachón , todos los carlistas son unos pillos o unos tontos. Yo no emplearía con ellos otros medios que el exterminio..., ¡el hierro y el fuego! Vamos a cantarles el trágala cuando pasen dijo un chico desarrapado a otros dos elegantes que le acompañaban.
Martín y Capistun, además de mulas y de caballos, habían llevado a diferentes puntos de Guipúzcoa y de Navarra, armas y materias necesarias para la fabricación de pólvora, cartuchos y proyectiles, y hasta llegaron a pasar por la frontera un cañón, de desecho de la guerra franco-prusiana, vendido por el Estado francés. Los comités carlistas funcionaban a la vista de todo el mundo.
Esto último no pudo permanecer oculto a don José; pero respecto a la sospecha de ser Tirso agente subalterno de los carlistas, nada quiso decir Pepe a su padre, convencido del disgusto que había de experimentar.
Más trabajo le había costado congregar allí a los enconados vecinos de la villa, que tomar un reducto a los carlistas en la acción de Guardamino. No cesaba en toda la noche de andar, mejor dicho, de arrastrarse de un lado a otro, expidiendo órdenes a los criados, al conserje, a la orquesta.
Desde que murió tu padre en la guerra contra los carlistas, yo no escribo sino las cuentas. Con buena o con mala letra, es menester que tú escribas la carta; yo te la iré dictando. Hoy todavía no. ¿Es acaso puñalada de pícaro? ¿Quién nos corre? Antes de dar un paso tan importante, conviene que lo medites y consultes con la almohada. No es mucho veinticuatro horas de término. Hoy no escribo.
Era su idea madre poner sus preciosas armas al servicio de alfonsinos o carlistas, según tuvieran estos o aquellos más o menos probabilidades de triunfo, y para destruir por de pronto el mal efecto que en los primeros había causado su repentina presencia en París, apresuróse a propalar por medio del tío Frasquito la novelesca historia de la cadina, que tan gloriosamente justificaba su fuga de Constantinopla.
Era un hombre de mal gusto. La vieja se acercó al extranjero y a Martín y entabló conversación con ellos. Era una mujer pequeña, de ojos vivos y tez tostada. ¿Usted será carlista? ¿Eh? le preguntó el extranjero. Ya lo creo. En Estella todos somos carlistas y tenemos la seguridad de que vendrá don Carlos con ayuda de Dios. Sí, es muy probable.
No seremos republicanos, ni carlistas; canovistas, ni sagastinos; pero seremos ministeriales todos; y no nos jactaremos de ser aragoneses, catalanes, castellanos ó vascos, porque todos seremos españoles.
Tontunas, que los carlistas estaban enseñoreados de algunas diócesis en que, contra el derecho, eran vicarios generales los que no podían serlo, sino interinamente y por gracia especial; pero que por ciertos servicios a la causa del Pretendiente, los superiores jerárquicos hacían la vista gorda. De modo, ¿que yo no puedo ser vicario general?
Sí, esto marcha mal, y yo me alegro dijo Capistun. No, todavía hay esperanza repuso Ospitalech. El bombardeo de Irún ha sido un fracaso completo para los carlistas dijo Martín . ¡Y qué esperanzas tenían todos estos legitimistas franceses! Hasta los hermanos de la Doctrina Cristiana habían dado vacaciones a los niños para que fuesen a la frontera a ver el espectáculo. ¡Canallas!
Palabra del Dia
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