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Actualizado: 18 de noviembre de 2025


Preguntaron Catalina y el a varios carlistas de Urbia por Ohando, y uno le indico que Carlos, en compañía del Cacho, había salido de Burguete muy tarde, porque estaba muy enfermo.

Entre él y D. Narciso había una enemiga profunda, feroz. Pero éste le tenía miedo. El antiguo cabecilla de las huestes carlistas era capaz, si se le irritaba un poco, de apalearle en la misma iglesia. Don Miguel triunfaba por el terror. El P. Narciso afectaba despreciarle, pero siempre a sus espaldas.

La gran explanada del monte estaba sembrada de heridos y de muertos. Iban recogiéndolos en camillas. Todavía seguía la acción, pero poco después una columna de ejército avanzaba por el monte por otro lado, y los carlistas huían a la desbandada hacia Francia. Fueron Martín y Catalina en su carricoche a Saint Jean Pied de Port.

Aquí no hay más que Vizcaya y su Señora santísima. Pregunte usted si quieren volver á las andadas, á muchos de los contratistas de Gallarta. Yo los he conocido de aduaneros carlistas, descalzos y muertos de hambre, y ahora van camino de millonarios. Vea usted á muchos dueños de las minas que en su juventud cogieron el fusil. Necuacuam, ninguno sueña remotamente con una nueva guerra.

Ella se conmovió mucho... Amaba a la España muy fuerte, y estaban los carlistas unos brigantes muy atrevidos, como Diego Corrientes y Gosé María. Currita, al oírle chapurrear tan desastrosamente el castellano, hablóle en francés y ella agradeció la atención con una amable sonrisa.

¡Qué barbaridad!... ¿Pero usted vio a los carlistas?... ¿Que si los vi?... Al salir del túnel, en un altito había un montón de ellos, y en medio uno con entorchados, que era don Carlos... Lucy decía que no, pero yo creo que . Uno chiquitillo, bizco, con barba rubia, picado de viruelas, que nos hizo con el puño así...

En un extremo de la muralla se erguía un torreón envuelto en aquel instante en una densa humareda. Al salir de Yécora, un hombre famélico y destrozado les salió al encuentro y habló con ellos. Les contó que los carlistas iban a abandonar Laguardia un día u otro. Le preguntó Martín si era posible entrar en la ciudad.

Con la proclamación de la monarquía en España, comenzó el deshielo en el campo carlista. La batalla de Lácar, perdida de una manera ridícula por el ejército regular en presencia del nuevo rey, dió alientos a los carlistas, pero a pesar del triunfo y del botín la causa del Pretendiente iba de capa caída.

La criada había subido la escalera y, tras de algún tiempo, bajó Catalina envuelta en un mantón. ¿Eres ? dijo sollozando. , ¿qué pasa? Catalina, llorando, contó que su madre estaba muy enferma, su hermano se había ido con los carlistas y a ella querían meterla en un convento. ¿A dónde te quieren llevar? No , todavía no se ha decidido. Cuando lo sepas, escríbeme. , no tengas cuidado.

Por fin, al cabo de una hora, comenzaron a notarse en la falda de Monte-Dalarza puntos negros e inquietos que semejaban hormiguero turbado: eran voluntarios carlistas que, viendo destruidas las trincheras bajas, subían apresuradamente a refugiarse en las altas.

Palabra del Dia

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