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Actualizado: 10 de junio de 2025


Y el señor, con sus entusiasmos de enamorado, ganoso de propalar los méritos de su pasión, le decía al capataz en amistosa confidencia: Es un héroe de la fe: viene de convertir infieles y hasta creo que ha obrado milagros. Si no fuera por herir su modestia, le diría que se arremangase el hábito, para que te pasmases viendo las cicatrices de sus martirios...

Y recordó algunas escenas que presenciara, en las que se demostraba ese geniazo de la Pepa. ¿No había llegado una vez a tirar una cacerola a la cabeza de su marido, el cochero de la casa, porque éste pellizcara a Juana, la hija del capataz?... ¡Cómo había cambiado esta mujer bajo el dominio fascinante del Chucro!...

Entre animales extraviados ó muertos, y el salario de los peones para devolver los que quedan á sus respectivos dueños, debe calcularse, cuando menos, un quebranto de 500 Salario de 21 sirvientes, incluso el capataz 1,210 Importe de 60 reses para su manutencion durante un viage redondo 300 Derechos de peages, pasaportes, etc. 266 $3,525 6 ========

Cuando don Pablo Dupont iba a pasar un día con su familia en la famosa viña de Marchamalo, una de sus diversiones era mostrar el señor Fermín, el antiguo capataz, a los Padres de la Compañía o a los frailes dominicos, sin cuya presencia no creía posible una excursión feliz.

El revolucionario, al volver de su emigración en Londres, ansioso de sol y de tranquilidad campestre, había ido a vivir en Marchamalo, al lado de su amigo el capataz. Algunas veces, al entrar el millonario en la viña, se encontraba con el rebelde hospedado en su propiedad sin permiso alguno.

El capataz habló con mi padre; y éste, de repente, me hizo señas de que me acercara, y dijo: ¡Este es el muchacho!... Como obediente y humilde, no tiene yunta ... ¡el otro que podía igualarlo se nos murió la vez pasada!... ¡Como conocedor del monte y del arroyo, lo verá en el trabajo!

A estas horas estarán asándose los señoritos en la acera del Caballista. Las veladas transcurrían en una paz patriarcal. El señorito ofrecía la guitarra al capataz. ¡Venga de ahí! ¡A ver esas manitas de oro! gritaba. Y el Chivo, obedeciendo sus órdenes, iba a buscar en los cajones del carruaje unas cuantas botellas del mejor vino de la casa Dupont. ¡Juerga completa!

Asperges... Asperges... y dio hisopazos a derecha e izquierda. Después, recogiéndose la capa y sonriendo a las señoras, con la satisfacción del que da por terminado su trabajo, se dirigió a la capilla seguido por el sacristán, portador otra vez del hisopo y el caldero. ¿Esto sa acabao? preguntó flemáticamente al capataz, un viñador viejo, de rostro grave. : sa acabao.

A la menor señal de insubordinación, el capataz enarbola su chicote de fierro y descarga sobre el insolente golpes que causan contusiones y heridas; y si la resistencia se prolonga, antes de apelar a las pistolas, cuyo auxilio por lo general desdeña, salta del caballo con el formidable cuchillo en mano y reivindica bien pronto su autoridad por la superior destreza con que sabe manejarlo.

Quien sólo le viera y no le escuchara, tomárale por fiero capataz de un rebaño de esclavos, y no por el paño de lágrimas de aquella turba de afligidos.

Palabra del Dia

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