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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Será un caminante extraviado. Será algún can sin dueño. ¿Este pinar, es el Pinar del Rey? Así le dicen... Mas agora es de nosotros, los que aquí nos procuramos guarida en una noche tan fiera. ¿Habrá sitio para mí? ¡Y holgado! ¿La campana que tocaba poco hace, era la de András? La campana choca de András. El Caballero se guarece con aquellos mendigos que van en caravana a una romería.
Ayudante del 1er. Redactor de «Cuba» y Corresponsal del mismo en campaña.
No será de más decir que ambos vestían de seglar por las noches, con sendas levitas negras de largo faldón y manga apretada, botas de campana y enormes sombreros de felpa. Un buen cuarto de hora invirtieron antes de llegar a las cercanías del café. Una vez allí, ofuscados por las luces como cándidas mariposas, quisieron caer, y retrocedieron. Lo mejor será esperarle hacia su casa.
Pero en cambio había una magnífica cocina de señores, con chimenea de campana, de muchísimo tiro, donde ardía siempre, durante la estación fría, abundante leña de olivo y de encina y rica pasta de orujo; donde rara vez se guisaba; y donde los señores se calentaban muy a su sabor.
Respecto a que Tirso diese margen a disgustos de otra índole, por proponerse la conversión de la familia o emprender campaña para despertar su fervor religioso, nada receló: antes era de temer, según el carácter que el cura demostraba, algún rasgo de intolerancia, exceso de celo o frase áspera que turbara la tranquilidad del hogar, porque la falsa circunspección que Tirso observaba oyendo comentar noticias de la guerra se parecía mucho al disimulo.
HARTFORD, Abril de 1896. La gran campana del monasterio de Belmonte dejaba oir sus sonoros tañidos por todo el valle y aun más allá de la obscura línea formada por los bosques.
Regresó al Perú, tomando parte activa en la campaña contra los patriotas, y salió herido el 7 de julio de 1822 en el combate de Pucarán.
El bueno de Oñate, que hay que despertarlo á tiro de fusil, se volvió del otro lado, pidiendo le dejaran de volcán, de Sungay y de expediciones; Ordóñez, acostumbrado á desechar la pereza en la ruda campaña del marino, puso los huesos en punta, y yo le grité á Oñate en todos los tonos: ¡Vamos! ¡arriba! la laguna nos espera! dando por resultado el que el interpelado tras un largo bostezo se incorporara en la cama.
Y la divina corona Que la Patria dá al guerrero, Sobre sus frentes marchitas Se vió caer desde el cielo. Blanco á la carga conduce A sus valientes de nuevo, Pero al querer batallar Todos se miran envueltos, Y cual las hojas de otoño Por la campaña dispersos. En vano el buen coronel Levanta su voz de trueno, Abandonado y sin gente Solo le ampara su acero.
Mientras el primero, deseoso de fama, procuraba el principio de una campaña ofensiva contra Felipe II, en estrecha unión con Francia, Cecil quería medir la asistencia que se diera á Enrique IV, por las ventajas positivas que produjera á cambio; y como precisamente por entonces, casi vencida la Liga, había abjurado el Príncipe de Bearne, aspirando á concluir con la conquista de la opinión lo que no había logrado del todo con las conquistas de las armas, Burghley pensaba no haber razón que aconsejara otros procedimientos que los apropiados á entretener la guerra en Francia y en los Países Bajos, alejándola de Inglaterra.
Palabra del Dia
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