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Actualizado: 3 de junio de 2025


A la noticia de esta visita, Adela exclamó: «¡Que ese monstruo no venga aquí, porque me encontrará muertaYa ves, Eduardo, si soy dichoso y si Adela es digna de . Ella no había consentido en recluirse más que por deferencia a su madrina, cuya ternura y buenas intenciones no podía desconocer, y por su cariño abnegado hacia , que la he calumniado. ¡Olvida, olvida mis indignas sospechas!

Muere el calumniado, pero la calumnia sobrevive, como para perseguir a la víctima hasta más allá de la tumba. La calumnia es la fetidez de las almas corrompidas. El corazón del calumniador es un esterquilinio. Corrí a mi casa, me encerré en mi cuarto, y me tendí en la cama. Mis sienes ardían; el corazón se me hacía pedazos.

«Oh, en este siglo, gritaba Foja en el Casino, en este siglo calumniado por los enemigos de todo progreso, en este siglo materialista y corrompido, no se puede ya impunemente insultar los sentimientos filantrópicos del pueblo, sin que una voz unánime se levante a protestar en nombre de la humanidad ultrajada.

Los franceses son los únicos hombres del globo que hacen cosas, las cuales obligan á que los cristianos se rian en el momento de visitar un Panteon. Ya dije, no mucho, que el patético de los franceses hace á un mismo tiempo llorar y reir, y lo que nos acaba de pasar es una prueba incontestable de que no los he calumniado. Es un patético que juega con las cenizas de los hombres.

Eran poco más o menos de igual altura: él, a pesar de las malas pinturas, y ella, a pesar del descuido y desaliño que la afeaban, sonreían con dulzura inefable: el Hijo de Dios calumniado por un artista ramplón y la criatura abandonada por un padre infame, despertaban en el entendimiento de la pobre criada sensaciones análogas y dulcísimas: cuando abrazaba a la niña se le venía Jesús ante los ojos, y al rezar a los pies de la escultura su imaginación volaba hacia el fruto de sus entrañas, creyendo ver purificada por mediación de la sagrada imagen la falta cometida.

En un lenguaje elevado y poético, Jacinto desbordó sus protestas de amistad y simpatía... El distinguido capitán había sido calumniado en el Tandil... Como amigo, Jacinto había tomado su defensa... Hasta hubo de batirse con un colega de La Mañana... Felizmente ya todo estaba aclarado... Y le daba su enhorabuena por su casamiento con Coca... Absorto mientras el poeta periodista hablaba, decíase para Pérez: «O este majadero está loco, o yo estoy loco»... Lo de su casamiento con Coca fue lo que de pronto le sacó de su mutismo...

Su enternecimiento era eminentemente piadoso, sobre todo en las noches de luna. Encerrado en su casa, en su despacho, después de cenar, o bien escribía versos a la luz del petróleo o manejaba sus librotes; y por fin se acostaba, satisfecho de mismo, contento con la vida, feliz en este mundo calumniado donde, dígase lo que se quiera, aún hay hombres buenos, ánimos fuertes.

Pero estas señoras damas... me han calumniado, me han herido en mis sentimientos más puros, sosteniendo que yo hice la corte a la Benina... y que la requerí de amores deshonestos, para que por y conmigo faltase a la fidelidad que debe al caballero de la Arabia... ¡Si nosotras no hemos dicho semejante desatino! Todo Madrid lo repite... De aquí, de estos salones salió la indigna especie.

Estaba asustada de su propia obra. «Yo soy una loca pensaba tomo resoluciones extremas en los momentos de la exaltación y después tengo que cumplirlas cuando el ánimo decaído, casi inerte, no tiene fuerza para querer». Recordaba que de rodillas ante el Magistral le había ofrecido aquel sacrificio, aquella prueba pública y solemne de su adhesión a él, al perseguido, al calumniado.

Para disipar desde luego esta sospecha, produjo el calumniado el irrecusable testimonio de once de sus compañeros de cárcel, todos de las familias más nobles de España, que hicieron su más cumplido elogio.

Palabra del Dia

lanterna

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