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Cuando otro falta a una mujer, cuando otro es insolente, él es sólo atrevido, amable; las bellas que se enfadarían con otros, se contentan con decirle a él: «¡No sea usted loco; ¡Qué calavera! ¿Cuándo ha de sentar usted la cabezaCuando se concede que un hombre está loco, ¿cómo es posible enfadarse con él? Sería preciso ser más loca todavía.

Para mejor «quitarla el miedoentre Concha y ella inventaron una siniestra farsa capaz de aterrar a un hombre valeroso, cuanto más a una niña de seis años. Vistiéronse ambas con sábanas, dejaron la habitación a media luz mientras la niña dormía, pusiéronse unas caretas de calavera, y a media noche entraron dando gritos lastimeros como almas del otro mundo.

No tiene formalidad, ni devuelve visitas, ni cumple palabras; pero de él es de quien se dice: ¡Cosas de fulano! y el hombre que llega a tener cosas es libre, es independiente. Niéguesenos, pues, ahora que se necesita talento y buen juicio para ser calavera.

Querido maestro le dijo sencillamente Pedro , heme aquí de nuevo... semejante al hijo pródigo... En una palabra, he tenido graves disgustos... lanzándome para olvidarlos en una miserable vida de calavera... sin conseguir mi objeto... y vengo hoy a buscar ese olvido en el seno de mis antiguos amigos... no sin confesar que por ahí debiera haber empezado.

Otras veces, el calavera se coloca en el confín de la acera, y fingiendo buscar el número de una casa, ve venir a uno, y andando con la cabeza alta, arriba, abajo, a un lado, a otro, sortea todos los movimientos del transeúnte, cerrándole por todas partes el paso a su camino.

Veraneaba con su familia en las costas del Norte, aprovechando el viaje para visitar Loyola y Deusto, los centros de santidad y sabiduría de sus buenos consejeros. El calavera, para demostrarle una vez más que era hombre serio y de provecho, le escribía largas cartas, mencionando sus visitas a Marchamalo, la vigilancia que ejercía sobre la vendimia y el buen resultado de ésta.

Algunos caballeros estaban disfrazados: había uno vestido de fraile haciendo oración entre las malezas de una sierra, con su calavera y todo al lado. Me dijeron que era un muchacho de la nobleza que había renunciado al mundo por desengaños de amor. Bien se le conocía al pobre, a pesar de su vestimenta eremítica, que había tirado muchos tiros al pichón.

Tenía además un hijo mayor que Pepita, que había sido gran calavera en el lugar, jugador y pendenciero, a quien después de muchos disgustos, había logrado colocar en la Habana en un empleíllo de mala muerte, viéndose así libre de él y con el charco de por medio.

Nos parece que éstas se juzgan siempre por los resultados; por consiguiente, a veces una línea imperceptible divide únicamente al calavera del genio y la suerte caprichosa los separa o los confunde en uno para siempre.

Pero como al tomar las órdenes tendré que ser circunspecto, me divierto ahora por aprovechar los últimos días que me restan de la vida alegre de mi juventudTalvez no le faltaba razón al excelente joven. El hombre tiene su época de calavera, y siempre le cuesta algún trabajo resolverse á dejarla. ¿Hay un sér mas feliz en el mundo que un estudiante?