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Haz cuenta como si los parientes del caiman hubiesen acudido, decía Tandang Selo sonriendo plácidamente. ¡El año que viene te vestirás de cola é irás á Manila para estudiar como las señoritas del pueblo! decía Cabesang Tales á su hija siempre que la oía hablar de los progresos de Basilio.

Para apoderarse de uno de estos animales, se echa un indio al agua, nadando con un solo brazo y llevando con el otro una vara bastante larga, en cuyo remate va fijada la estremidad de un lazo de cuero: acercándose luego muy pausadamente al feroz reptil, que se mantiene inmóvil y con los ojos fijos en su presa, procura envolverle el lazo alrededor del cuello; si logra su intento, los indios que están en la orilla teniendo la otra punta del lazo, tiran inmediatamente de él para sacar al animal á tierra; pero si se yerra el golpe, no le queda al cazador otro recurso de salvacion que perseguir al caiman, echándosele resueltamente encima, para asustarlo y tener tiempo de ganar la orilla mientras él se zambulle.

No había cráneo que pudiera resistir á sus perseverantes picotazos, iguales á golpes de barreno. Atacaba al toro, al tigre, al caimán, blindado de planchas duras como un navío de guerra. Este volátil pequeño y de malicia diabólica era el caburé.

Caimanes y cocodrilos vienen a ser lo mismo. ¡Otra barbaridad! ¿Dónde has aprendido eso? Hombre, es de clavo pasado. El caimán y el cocodrilo no se diferencian más que en el nombre. Aquí está don Lorenzo que ha viajado, y puede decir si no es verdad. El caimán es algo más pequeño expresó don Lorenzo con sonrisa conciliadora. El tamaño es de poca importancia.

Es de aspecto repugnante y de una ferocidad extremada, teniendo especial predilección por los perros, á los que acecha en el momento que los siente próximos. Algunos indios cazan el caimán en su propio elemento: para ésto se arrojan al agua armados de un fuerte bolo y de un trozo de madera dura afilado por los dos extremos.

Los he visto permanecer así durante horas enteras; el olor nauseabundo de su aliento atrae a los mosquitos que se aglomeran por millones sobre la lengua; cuando una fournée está completa, el caimán cierra las fauces con rapidez, absorbe los inocentes visitantes, y de nuevo presenta al espacio el temible e inmundo ángulo.

Actualmente su poblacion es la ménos industriosa de la provincia, y la sola que se alimenta con la carne del caiman, para cuya caza se vale de mil ardides. Profesando el catolicismo, no han podido desprenderse de una infinidad de supersticiones de su condicion salvage: son por otra parte muy malos cristianos. El lenguage de que hacen uso es el mismo de su estado primitivo.

Irritado Morales, habló de su infortunado camarada Jaramillo, del doctor germánico, del caburé, del caimán «el Abuelo»; contó toda su historia, sin que el otro cambiase de actitud. El mestizo se puso de pie. Podía el gringo dudar de las virtudes de su madre, si gustaba de ello; por eso no dejarían de ser amigos. En realidad, él no estaba seguro de quién había sido su padre.