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Actualizado: 2 de junio de 2025


No va a pasar más aquí, añadió señalando los alambres caídos, obra de Barigüí. Barigüí pasa siempre! Después pasamos nosotras. Ustedes no pasan. No va a pasar más. Lo dijo el hombre. El comió la avena del hombre. Nosotras pasamos después. El caballo, por mayor intimidad de trato, es sensiblemente más afecto al hombre que la vaca.

Hullin se había aproximado, muy alegre por aquel incidente, y el cartero Brainstein, con sus recios zapatos humedecidos por la nieve, las manos apoyadas en un garrote y los hombros caídos, permanecía en la puerta con aire de cansancio. La anciana se puso las gafas, abrió la carta con cierto recogimiento, ante las miradas impacientes de Juan Claudio y Luisa, y leyó en alta voz: *

Rebuscaba sus palabras, se atusaba el bigote, un bigote de antiguo germano, con los extremos caídos; se echaba atrás, con aire de inspirado, la luenga cabellera rubia, en la que apuntaban las canas.

Así como, si a Sagasta o a Cánovas, caídos los llamase la Reina al amanecer, poco más para formar Ministerio, a ellos no se les ocurriría preguntarle por qué tanto madrugar, sino formar ministerio cuanto antes: así, D. Basilio, de quien hacía meses que su doña Emma estaba olvidada, se abstuvo de inquirir por qué tal apuro en llamarle, y entró de lleno en el fondo de la cuestión desde el primer momento.

Así, al brillar el sol del nuevo día, y al ondear la enseña soberana, podrás cantar ante la tumba ignota de los caídos en la noche aciaga: " ¡Dormid en paz, oh mártires anónimos, inolvidables hijos de mi raza!

Por su larga experiencia teatral no ignoraba Carolina que hay en la vida del hombre dos períodos durante los cuales es fácilmente poseído de la pasión impetuosa y arrebatada: la primera juventud, en que las cortesanas parecen ángeles caídos, y la entrada de la vejez, en que uno quiere despedirse de la naturaleza con aquella música de besos que en la adolescencia nos abrió las puertas de la dicha.

Era una sombra de las grandes huestes Que de Mendoza al Ecuador partieron, Y que del grande San Martin siguieron Por entre abismos la pisada audaz; Era un guardian de la ignorada tumba De los caidos sin legar su nombre, Que esperaba á los héroes de renombre Para dar á otro mundo la señal.

Estamos deshechos, rasgados y arrollados: la muerte se incuba en nuestras entrañas; somos harapos caídos e informes después de haber pasado por los engranajes de una sociedad absurda. Por esto te quiero: porque eres igual a en la desgracia. La afinidad electiva nos une.

Trajo a su memoria, aquella bella fisonomía cansada y altanera, aquellos ojos penetrantes, sus mejillas limpias y sus largos bigotes caídos a lo tártaro. Sonriose a la idea de tomar a aquel personaje, terror de las jóvenes, bajo su protección maternal; pero acabó por decirse que nunca se atrevería a hacerlo.

Algunos chicuelos tremolaban banderas de papel, guirnaldas de flores contrahechas y otros adornos caídos de las carrozas que la tarde anterior corrían por la Castellana. Isidro pasó varias calles formadas en su mayor parte de tapias de corral. Por encima de ellas asomaban las grandes pirámides de paja podrida destinada a la cocción de las tejerías.

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