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«Aquel era su tirano: un tirano consentido, amado, muy amado, pero formidable a veces. ¿Y cómo romper aquellas cadenas? A ella se lo debía todo. Sin la perseverancia de aquella mujer, sin su voluntad de acero que iba derecha a un fin rompiendo por todo ¿qué hubiera sido él? Un pastor en las montañas, o un cavador en las minas.

En medio de tus galas, gimes entre cadenas; la libertad lo es todo y estás sin libertad; para aliviar, oh patria, tu padecer, tus penas, gustoso diera toda la sangre de mis venas, durmiera como duermen tantos la eternidad.

Vaya, hijo mío, tranquilícese decía el buen anciano levantando a Blasillo. Este volvió en , miró a su alrededor, y se precipitó de nuevo en los brazos del gitano. ¡Cuánta caridad! decía el guardián ; va a herirse con las cadenas de ese bandido. El sacerdote se vio obligado a arrancarle de sus brazos casi sin conocimiento. Señor le dijo el gitano , quisiera volver a ver a usted mañana.

Los judíos españoles vieron cercano el instante de quebrantar sus cadenas; i asi comenzaron á cobrar aliento, de la misma suerte que aquellos que caminan llevando sobre sus hombros un grave peso. Luego que rinden la carga que los fatigaba, ni piensan en los trabajos pasados, ni en el descanso presente, i solo reciben contento con el placer de que ya respiran con toda libertad sus corazones.

Después, cuando nos íbamos a acostar, entrábamos un momento en la habitación del fondo, hecha un revoltijo de cadenas, grandes pesas, depósitos de estaño, calabrotes, y allí, a la luz del candilejo, el torrero escribía en el gran libro del faro, abierto constantemente. Media noche. Buque a la vista por el horizonte. Mar gruesa. Tempestad.

31 Y procurando ellos matarle, fue dado aviso al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada; 32 el cual tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y ellos como vieron al tribuno y a los soldados, cesaron de herir a Pablo. 33 Entonces llegando el tribuno, le prendió, y le mandó atar con dos cadenas; y preguntó quién era, y qué había hecho.

El canton de los Valles ó Valais está comprendido entre dos grandes cadenas de los Alpes: la que al sur continúa la del Monte-Blanco y, partiendo límites entre Italia y Suiza, va á bifurcarse en las alturas que médian entre Gries, Fibia, y Mutthorn, separando allí á los cantones del Tesino, los Grisones y los Valles, y la que al norte se desprende del nudo colosal de montañas llamado Diechterhorn, donde tiene sus fuentes el Ródano, y con el nombre general de «Alpes Berneses» va á terminar con una de sus ramificaciones en los contrafuertes de los Diablerets, cerca del lago Leman, entre los cantones de Valles y Vaud.

De la necesidad de destrozarme, de morir, de expiar mi culpa, que me dominaba en los primeros momentos, pasé a la ansiedad de la deliberación: como una fiera aprisionada, no tuve ya otro empeño que el de romper mis cadenas, de correr en campo abierto, de ser otra vez dueño de mismo.

Y brotaron lágrimas de sus ojos, semejantes a las de Juan, originadas por un mismo dolor secreto; lágrimas del esclavo de las leyes, de las convenciones sociales, que siente sus cadenas, sufre las heridas que ellas causan y llora su libertad. Cuando algunas horas después, Juan bajó a comer, en el umbral del salón se sintió desfallecer.

A lo cual el renegado, sin aguardar que Zoraida le respondiese, le respondió: ''No te canses, señor, en preguntar a Zoraida, tu hija, tantas cosas, porque con una que yo te responda te satisfaré a todas; y así, quiero que sepas que ella es cristiana, y es la que ha sido la lima de nuestras cadenas y la libertad de nuestro cautiverio; ella va aquí de su voluntad, tan contenta, a lo que yo imagino, de verse en este estado, como el que sale de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida y de la pena a la gloria''. ¿Es verdad lo que éste dice, hija?, dijo el moro.