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Actualizado: 20 de mayo de 2025
La montaña Balagonon tendrá una legua de camino muy pendiente, encontrándose como á la mitad de su ascensión un caballete, centro de precipicios muy imponentes por su profundidad, siendo su descenso por el O. algo más suave, pero no obstante es muy peligroso para caballo».
Allí había un boceto de ninfa sobre un fondo ocre sombrío, iluminado por dos o tres pinceladas audaces que denunciaban las formas de una mujer desnuda, de carnes bermejas y senos copiosos, y que Montifiori mostraba como un Rubens en el caballete de felpa cerezo que lo exhibía; más allá, cuadros firmados por Laucret, por Largilliere, por Mignard, por Trinquez, por Madrazzo, por Rico, por Egusquiza, por Arcos.
Y como lo dijo lo hizo, sacándolas de un gran cartapacio que estaba sobre una mesita contigua a un caballete desocupado.
Paco Vélez salió por el otro lado del escondite con las manos en los bolsillos, coloradas las orejas y mordiéndose los labios, y se detuvo a examinar, con aire de inteligente, una bellísima lámpara de cobre repujado que sobre una columna salomónica hacía pendant con el caballete. Lucy, que no conocía a la Valdivieso, preguntó muy bajito a su maestro Castropardo, si aquel otro señor era su marido.
No hay otra colección igual, es la primera de Europa decía el tío Frasquito abriendo el libro sobre el caballete con el ardor de un amateur que luce sus aficiones. Y se puso a repasar el índice, porque estaba el libro dividido en varias partes: sellos reales, nacionales, particulares y misceláneas. El tío Frasquito buscaba en la miscelánea, y dio al fin con ellos, en la página 117.
Jacobo hablaba con voz desmayada, y animábale Currita, muy alegre, muy satisfecha, diciendo a todo que sí, que no tuviera cuidado... De pronto miró al caballete. ¿Qué es eso?... Los niños no respiraban y apretábanse mucho, muy pegaditos, muy pegaditos... Sonó entonces una carcajada. ¿Has visto?...
Y levantando la voz un poco, dijo volviendo el rostro hacia el caballete: Pero, María, ¿no vienes?... Mira que se está enfriando el té... Apareció entonces la Valdivieso por el laberinto de monerías y riquezas artísticas que llenaba la pieza, y vino a sentarse junto a Carmen Tagle, muy sofocada y echando por los ojos relámpagos de ira.
Un pavo real, que no se había dejado ver en todo el invierno, escalaba lentamente el caballete de un tejado, sobre todo a la tarde, como si prefiriese para sus paseos la tibieza moderada de un sol bajo; abría sobre el fondo azul del cielo la enorme cola y lanzaba penetrante grito, enronquecido como todos los ruidos que se oyen en las ciudades. Así advertía que cambiaba la estación.
El tío Frasquito, libre ya de temores, volvióse vivamente y arrastró hacia Jacobo un precioso caballete, sobre el cual descansaba un gran infolio, una especie de libro de coro, cuyas lujosas tapas eran una obra de arte, un mosaico acabadísimo, hecho sobre piel de zapa, con peregrinos dibujos y colores muy vivos, formando el todo un conjunto digno de competir con las más lujosas encuadernaciones antiguas que se admiran en la biblioteca del Vaticano; cerraba el libro un gran broche de acero calado, representando las armas de los Aldamas, rematadas por la corona ducal del jefe de la casa.
Don Juan se encamina al lugar señalado, y coloca su caballete detrás de una ventana con rejas, desde donde puede ver al original, que ha de ser retratado, sin miedo á que le descubran. ¿Quién podrá describir su asombro, cuando reconoce en él á Serafina?
Palabra del Dia
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