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Tenía, además, algunos ahorros, que le facilitarían en época no lejana realizar su sueño dorado: regresar á su país natal, para pasar el resto de sus días en una posición relativamente cómoda.

Jacinta admiró la cómoda, bruñida de tanto fregoteo, y el altar que sobre ella formaban mil baratijas, y las fotografías de gente de tropa, con los pantalones pintados de rojo y los botones de amarillo.

Javier y el Doctrino tomaron en competencia posesión de la cama. Lázaro se acomodó lo mejor que pudo en una silla de tres pies y medio, y el poeta continuó en pie haciendo los honores del sotabanco. Del cajón de la cómoda sacó un pedazo de queso envuelto en un papel, que se había hecho transparente.

¡A ¿Qué me han de hacer á ? ¡Ay de ellos! murmuró con ahogado furor. Tened cuidado con la puerta os repito. Y después, como hablando consigo mismo, dijo en voz baja: es preciso tomar una determinación ... buena determinación. Clara pudo oírlo, y pensó en la cómoda, en el traje, en las flores, en el cuchillo y en la determinación, en aquella maldita determinación que no conocía.

Miró en torno suyo: en la alcoba, forrada de papel oscuro, se movía suavemente una cortina a impulsos del aire levantado por él mismo al moverse. Arrojóse a ella vivamente y la descorrió de pronto, y riéndose entonces de sus miedos infantiles, dirigióse a una gran cómoda de nogal que había en el fondo.

Tenía que huir, ponerse en salvo inmediatamente. Los enemigos pensarían seguramente que estaba en Marchamalo, y al amanecer, los caballos de la guardia civil trotarían por la cuesta de la viña. Fue un momento de loca agitación que el pobre viejo creyó interminable. ¿Adónde ir?... Sus manos abrían los cajones de la cómoda, revolviendo las ropas. Buscaba sus ahorros. Toma, hijo mío: tómalo todo.

Menudeando el paso y saltando sobre los obstáculos que hallaba en su camino, la Nela se dirigió a la casa que está detrás de los talleres de maquinaria y junto a las cuadras donde rumiaban pausada y gravemente las sesenta mulas del establecimiento. Era la morada del señor Centeno de moderna construcción, si bien nada elegante ni aun cómoda.

Me indicará el sitio donde le llama el deber. ¿Qué se me da a de eso? Deja la carta sobre la cómoda y vete de una vez. Algunos minutos después volvió a entrar Marina. ¡Otra te pego! gritó su ama. Es que el señor Pepe Vera quiere veros. Que entre dijo María, volviéndose con prontitud.

Pero la dificultad queda en pie. ¿Por qué en ciertas épocas de prosperidad nacen muchos y grandes artistas, y en otras de tanta ó mayor opulencia no nace ninguno? Nadie puede dudar que en la actualidad existen en el mundo países ricos y prósperos donde la civilización ha subido á una altura desconocida en la historia, donde la vida es fácil, segura, cómoda.

¿Me los da usted o no me los da? Cuando le digo que los necesito... Ve ahí en la cartera... sobre la cómoda; no si llega. El joven buscó el bolsillo de tafilete. Abriólo y cogió dos billetes de a diez nacionales; los guardó, y sin decir más palabra, salió del cuarto y de la casa. El golpe de la puerta de calle retumbó, como un cañonazo.