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Actualizado: 20 de junio de 2025
Que vengan contestó don Juan, en quien reapareció la mortificante sonrisa . Les daré una peseta de aguinaldos; lo único que se puede permitir un tío pobre. ¡Calla, avaro...! Me avergüenzas. Eres capaz de morirte de hambre por no gastar un céntimo.... ¿Por qué no vienes a comer con nosotros mañana?
El asunto se arregló con prontitud. Don Eugenio, que se sentía viejo y estaba dispuesto a traspasar Las Tres Rosas al dependiente predilecto, encargóse de hablar a su amigo el Fraile; éste no tenía gran empeño en conservar en casa una hija que ignoraba el valor del dinero y gastaba mucho en trajes, según él decía; y como el novio la aceptaba sin un céntimo de dote, la boda se arregló, y a los tres meses la señora de don Melchor Peña entró triunfalmente en sus dominios de la plaza del Mercado.
Melchor Peña, entrando con frecuencia en la casa, estaba al tanto de cuanto ocurría en el seno de la familia y conocía el carácter de cada uno de sus individuos. Don Manuel le apreciaba como muchacho laborioso y económico, que tenía lo que él llamaba «sangre comercial». Juan, primogénito del Fraile, simpatizaba con él como a cofrade en la orden del continuo trabajo y la conquista del céntimo.
No se queda ni un céntimo de lo que gana, y eso que no tenemos familia, que es lo que más le gustaría. Pero la pobre mujer no lograba convencer a nadie de la bondad de su Pepe. Bastaba verle. ¡Vaya una cara! En presidio las había mejores.
Es demasiado orgulloso para ceder por ese procedimiento. Atacar a un español por las amenazas, es lo mismo que acariciar a un lobo a contrapelo. Si las amenazas no sirven para nada, tengo otra idea. Hago testamento en favor del marqués, le devuelvo sus millones hasta el último céntimo y después me mato. ¡Vaya una idea! ¡Muy bonita! ¿Y qué habrás adelantado con eso? ¡No seas tonta!
¿Pues no decía usted gritó un día el Gobernador con vehementes impulsos de mandar al infierno al gran secretario que la elección no sería muy costosa; que los adversarios no podían gastar nada; que la Junta carlista de Orense no soltaba un céntimo; que la casa de los Pazos no soltaba un céntimo tampoco, porque a pesar de sus buenas rentas está siempre a la quinta pregunta? El marqués de Ulloa....
Tal vez sea demasiado... no porque me parezca la cantidad excesiva, sino porque preferiría darle de comer sin que pudiera emplear un solo céntimo en vino. Dadle, pues, cuatro luises, pagados en cuatro plazos: los martes de cada semana.
El no la amaba y se casaba sólo por necesidad: había devorado hasta el último céntimo de su patrimonio, y hacía dos o tres años que se sostenía en el mundo a fuerza de intrigas, acribillado de deudas. Gertrudis Lannilis sabía todo esto y no se hacía al respecto ninguna ilusión; pero pensaba: «Lo amaré tanto, que concluirá por amarme.» De ahí nacieron todas sus desdichas.
Cuando estés en la miseria, siempre me acordaré de que soy tu hermano, y tendrás donde comer tú y los tuyos.... Pero dinero, ¡ni un céntimo! Doña Manuela levantó la cabeza con altivez, mostrando la mirada ardiente y las mejillas rubicundas. Gracias por la limosna dijo con ironía . Pero aún no he llegado ahí. Llegarás, llegarás repuso don Juan sin perder la calina . Estás en el camino.
Y todo esto sin contratos especiales, sin que cueste un solo céntimo más, sin que las Cámaras voten remuneraciones especiales al cuerpo de taquígrafos y sin ninguna de esas demostraciones ridículas para aquellos que están habituados a la vida europea.
Palabra del Dia
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