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Actualizado: 20 de junio de 2025


Había diferentes prendas de ropa por el suelo. Los criados le dijeron que la señora había hecho trasportar el baúl después de irse él para facturarlo en doble pequeña, según decía. Luego había salido y no había vuelto. Montesinos, aturdido, horrorizado de la idea que le cruzaba por el cerebro, abrió con mano convulsa el secreto del cofre donde guardaban el dinero. Ni un céntimo había allí ya.

Ella defendiendo el céntimo en casa para que no se fuera á la calle, y él barriendo para adentro á fin de traer todo lo que pasara, formaron un matrimonio sin desperdicio, pareja que podría servir de modelo á cuantas hormigas hay debajo de la tierra y encima de ella.

Le costaban dinero y no poco tales relaciones, y él se alarmaba en sus mezquindades de rico; pensaba con remordimiento en el porvenir de sus hijos como si estuviera arruinándoles, en lo que diría ante los gastos considerablemente aumentados aquella Remedios tan económica, tan dispuesta a la defensa del céntimo, sin otros despilfarros que el manto nuevo para la virgen o la fiesta estruendosa con gran orquesta y bosques de cirios.

Como no tenía un céntimo ni de dónde le viniera, encaminose a San Sebastián, pensando por el camino en D. Romualdo y su familia, pues de tanto hablar de aquellos señores, y de tanto comentarlos y describirlos, había llegado a creer en su existencia. «¡Vaya que soy gilí! se decía . Invento yo al tal D. Romualdo, y ahora se me antoja que es persona efetiva y que puede socorrerme.

Capitán le decía continuamente , usted hace adelantos que le producen todo lo más un trescientos por ciento; yo en su lugar ganaría lo mismo, o más, sin desembolsar un céntimo. Su brick marcha como una dorada; ármelo en corso, yo respondo de la tripulación; déjeme hacer, y a cada presa oirá usted la canción del corsario.

Sabía el precio de lo que comía; podría indicar, céntimo por céntimo, el coste de su vida; creía haber retrocedido a aquella dura época de Milán, cuando con la partitura bajo el brazo, entraba en casa del especiero por los macarrones, la manteca o el café. ¡Cómo la divertía aquello!... Y no queriendo prolongar por más tiempo la expectación escandalizada de la gente que interpretaba sus sonrisas y su voluble charla del peor modo, dio su mano a Rafael despidiéndose.

Y emprendió una carrera loca, con voz precipitada, olvidando su economía de ideas para prolongar la peroración, soltándolas todas de golpe, con el deseo de terminar cuanto antes. «El Concordato... obligaciones sagradas con el clero... sus antiguos bienes... compromisos de estrecha amistad con el Papado, padre generoso de España... en fin, que no podían hacerse economías ni por valor de un céntimo y que la comisión sostenía el presupuesto sin reforma alguna».

Es que eres un sabio, pero no vales un céntimo para las cosas de la vida. Contigo se aprende, pero no se sale de pobreza... Hemos pasado meses pensando en la necesidad de dar un golpe afortunado. Esas revoluciones de que nos hablas están muy lejos. Las verán nuestros nietos, y aun tal vez no las vean.

Trabajar rudamente, exponerse a pérdidas, sufrir la mala educación de los compradores, todo para juntar, céntimo tras céntimo, unos cuantos miles de reales a fin de año. Para negocios, los suyos. Daba sus órdenes a los corredores, se acostaba tranquilo y al día siguiente levantábase con la noticia de haber ganado mil duros sin trabajo alguno.

serás siempre la misma Manuela, la loca, la pretenciosa, y morirás cuando gastes el último céntimo. Cada uno nace con su carácter, y eres de aquellos a quienes el pobre papá cantaba la antigua copla: /* Arròs y tartana, casaca a la moda, ¡y ròde la bola a la valensiana! */

Palabra del Dia

lanterna

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