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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Con este método, su pequeña república era una balsa de aceite; mas cuando, por una rara casualidad, dejaba de serlo, yo no á qué comparar el aspecto que tomaba la cátedra, sino al de una jaula de leones en el momento en que el terrible y severo domador esgrime entre ellos el sangriento látigo, y los humilla y arrincona amontonados y gruñendo.

En el recinto doméstico no daba cuenta de ellas a nadie, porque doña Mónica no parecía interesarse, y en cuanto a Freire, una vez que le comunicó tímidamente algunas de sus lucubraciones filosóficas hizo indigna chacota de ellas y le preguntó si pensaba solicitar la cátedra de metafísica de la Universidad Central que estaba vacante.

¡Infelices! exclamé llena de conmiseración por aquellas hermanas de antaño. Los siglos pasados continuó el cura, que se creía en su cátedra, están llenos del ruido de esas vocaciones obligatorias, gracias a las cuales no había entonces más que pocas o ninguna solterona en el mundo. La totalidad o poco menos de las mujeres no casadas, eran entonces encerradas en los conventos...

Obtuve de ella en aquella tarde permiso para considerarla como mi prometida y le expuse lealmente mi situación, que no es brillante. Tenía ya en aquel momento esperanza de que Marignol me escogiese para suplirlo en la cátedra del Colegio de Francia; pero no era más que una esperanza, y, por otra parte, las condiciones leoninas que me impone ese avaro de Marignol mejoran muy poco mi situación.

«Pues bien decía Glocester allí no se habla por hablar, ni lo primero que viene a la boca; allí no basta abrasarse en fuego divino; es necesario algo más, so pena de ofender la ilustración de aquellos señores. Se habla a jurisconsultos, a hombres de ciencia, señor mío, y hay que tentarse la ropa antes de subir a la cátedra sagrada.

Hácia el estremo opuesto á la entrada, debajo de una estampa de Sto. Tomás de Aquino, se levantaba la cátedra del profesor, elevada, con dos escaleritas á ambos costados. Esceptuando un hermoso tablero con marco de narra sin usar casi, pues en él continuaba aun escrito el ¡viva! que apareció desde el primer día, no se veía allí ningun mueble útil ó inútil.

Despues de la revolucion de Febrero, que echó por tierra á Luis Felipe, el Palacio de Luxemburgo abrió sus puertas á Luis Blanc, que explicó allí el socialismo á los obreros. De modo que ha sido alternativamente Palacio de la Monarquía, del Directorio, del Consulado, del Senado, cárcel y cátedra socialista. Visitemos ahora el cuartel de Inválidos. No lo debo ocultar.

En la cátedra universitaria enseñaba dicen sus alumnos con verdadero fervor. En la conferencia pública, en el folleto y el libro pone esa misma unción pedagógica.

Tolva, deseando que aquel numeroso concurso que á diario llenaba el café, estuviese al corriente de cuanto sucedía, estableció en el local una especie de cátedra en la cual un ciudadano de buenos pulmones tenía la misión de leer por las tardes y las noches los periódicos en alta voz, así los que se publicaban en Sevilla, como los de la corte y otros de las provincias más importantes, que á todos se suscribió el buen Tolva, con la mejor y más sana de las intenciones.

Si no le pasó nunca por las mientes obligar a rezar el rosario a un chico que iba a la Universidad y entraba en la cátedra de Salmerón, en cambio no le dispensó del cumplimiento de los deberes religiosos más elementales.

Palabra del Dia

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