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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Es mujer que este don Juan, Primo del Conde mi dueño, Pierde por hablarla el sueño, Desmayos de amor le dan. 1540 De la suerte la pasea Que á la dama de más partes; Pero en estos Durandartes Poco el pensamiento emplea. De noche la viene á ver, 1545 Y anda el pobre caballero, De su cántaro escudero, Sin dormir y sin comer.

Un tipo de carácter, que se repite en las obras de Lope bajo diversas formas, es el de una mujer apasionada, resuelta y pronta á ejecutar las acciones más temerarias. Su Varona castellana esgrime la espada como una segunda Bradamante; su Moza de cántaro recurre al puñal para defender su honor.

24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Le dice la mujer: que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas. 26 Le dice Jesús: Yo Soy, que hablo contigo. O, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a aquellos hombres:

Allí me dijeron los criados que sus amos no estaban en casa; y con eso, iban a darme con la puerta en los hocicos; pero no sabían esas almas de cántaro con quién se las tenían que haber. «¡He! les dije ; miren ustedes con quién hablan, que yo no soy criado de nadie ni nada vengo a pedir; aunque pudiera hacerlo, porque en mi casa fue donde recogimos a don Federico, cuando se estaba muriendo y no tenía ni sobre qué caerse muerto

Este don Quijote, o don Tonto, o como se llama, imagino yo que no debe de ser tan mentecato como Vuestra Excelencia quiere que sea, dándole ocasiones a la mano para que lleve adelante sus sandeces y vaciedades. Y, volviendo la plática a don Quijote, le dijo: -Y a vos, alma de cántaro, ¿quién os ha encajado en el celebro que sois caballero andante y que vencéis gigantes y prendéis malandrines?

Allí cayó Roseta con su cántaro, sin haber encontrado al novio en el camino, á pesar de que anduvo lentamente, volviendo con frecuencia la cabeza, esperando á cada momento que saliese de una senda. La ruidosa tertulia de la fuente callóse al verla.

, hasta ahora; pero ¿quién responde? Tantas veces va el cántaro a la fuente.... Don Fortunato es una malva, corriente; no es un Obispo, es un borrego, pero.... ¡Le tengo en un puño! Ya lo , y yo en otro; pero ya sabes que es ciego cuando se empeña en una cosa; y si Su Ilustrísima polichinela da otra vez en la manía de que pueden decir verdad los que te calumnian, estás perdido.

Ya anochecido subía con su cántaro lleno por la cuesta, que en aquel momento estaba sola. La tertulia de los poyetes solía, en primavera y en verano, durar hasta las ánimas, hora en que los tertulianos se retiraban para cenar y acostarse. Aquel día don Paco había estado haciendo esfuerzos o, como si dijéramos, gimnasia con su voluntad para no ir a la tertulia y ver a Juanita.

La firmeza del padre surgió de pronto en Roseta, trémula, balbuciente de rabia y con los ojos veteados de sangre. Soltó el cántaro, que se hizo pedazos, mojando á las muchachas más inmediatas, que protestaron á coro llamándola bestia. ¡Pero buena estaba ella para fijarse en tales cosas!

Tampoco da en el jitu ahora me contestó el arrastrado con una flema desesperante , porque son hasta más altus; sólo que están más «tupíus»... más arrimaus unus a otrus. Pues entonces exclamé hasta con ira , ¿en qué está la ventaja de tu valle sobre este puerto, alma de cántaro?

Palabra del Dia

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