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Ya pareció aquello dijo Salvador interrumpiendo con su risa el grave exordio de su amigo . En eso habíamos de parar. Cállate, no juzgues lo que no conoces todavía.... Una sociedad secreta que se llamará La Isabelina o de los Isabelinos.

Cesó de hablar el guardabosque y dispuse que Tarlein diese orden de vigilarlo cuidadosamente. Pero antes de que se lo llevaran le dije: Si alguien te pregunta si hay un prisionero en Zenda, puedes contestar que , pero si te preguntan quién es cállate.

Como ustedes ven, señores, la cosa iba poniéndose seria. Y, de pronto, siento que mi corazón se ensancha... Es necesario que hable; , es necesario que hable. Me pongo a golpear la copa como un poseído. ¡Por el amor de Dios, cállate! me susurra mi novia... quiero decir, mi mujer. Pero, aunque la cosa tuviera que costarme la vida, tengo que hablar.

Se cuenta en el lugar casi no queremos creerlo que cuando está don Alvaro muy mal y siente físicamente muchos dolores arma tan incesante y fatigosa retahíla de «ta, ta, ta», que aburre a todo el mundo, alborota la casa y hace que doña Inés pierda la circunspección y la paciencia que ella suele recomendar, llegando una o dos veces hasta decir a su marido: Cállate, hombre indigno, y padece por el amor de Dios, que no sin justo motivo te castiga.

En cuanto á lo segundo, no veo inconveniente ninguno; lo primero es mucho más difícil, por una razón muy sencilla.... Si no se tiene, se busca. ¡Se busca! ¿e dove, sciagurato? Pero explícame tus planes.... Ya me figuro.... ¿Quieres hacerme pasar por rico...? Hombre, tiene gracia. dame el cumquibus y cállate. No es preciso mucho: basta con unos cuantos miles de reales, cinco ó seis mil.

Permanecía en pie en medio de la habitación, como una estatua, contemplando la figura lastimosísima de su marido, sin atreverse a preguntarle nada ni a pedirle una aclaración sobre las extrañas cosas que revelaba. «¡Por Dios y por tu madre! dijo al fin movida del cariño y del miedo , no me cuentes más. Es preciso que te acuestes y procures dormirte. Cállate ya».

Sin agraviar, yo ajustarlas como la misma luz, y que el D. Carlos, cuando se le hace mucho lo que nos da, se pone malo por ahorrarse algunos días, lo cual que ha de saberle mal a la difunta. Cállate, mala lengua. Mala lengua , y... ¿quieres que te lo diga?... ¡adulona! ¡Lenguaza!».

Sin el remordimiento de la culpa, ¿habría pensado en la muerte? ¡A no haber sido mi caída, habría continuado viviendo como hasta ahora! Deseaba morir, porque creía haber pecado; ¡pero ahora ya no, ya no, ya no!... ¿ has hecho eso? Lo he hecho y lo volveré a hacer. Le amo, es mío, para siempre. ¿Quieres saber desde cuándo? ¿Quieres saber cómo? ¡Cállate! ¡No me provoques!

Madre le dijo Manuel, viéndola pasar a su lado , muy alegre es el color de ese vestido para una viuda. Cállate, mala lengua respondió su madre. Todo debe ser alegre en un día como hoy; además, que a caballo regalado no se le mira el diente. Hermano Gabriel, vaya esta copa de mistela, y esta torta. Eche usted un brindis a la salud de los novios, antes de volver al convento.

No ; pero cuando yo te vi, papá, comprar tantas vitalicias, me dije: Esta es la mía; si papá compra, es que el alza es segura y el negocio soberbio. Cállate exclamó don Bernardino fuera de , que te calles, ni una palabra más. Y basta; ¡no me pises la Bolsa, y cuidado cómo te portas en el Ministerio!