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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Doña Luisa no podía vivir en Biarritz, lejos de su marido, En vano «la romántica» le hablaba de los peligros del regreso. El gobierno todavía estaba en Burdeos; el presidente de la República y los ministros sólo hacían rápidas apariciones en la capital.

No soy joven, repuso el barón, y las guerras han añadido algunos años á los que ya tengo, pero hasta ahora no me había otorgado el cielo la merced y la honra de cruzar mi espada con otra de tan limpia y merecida fama como la que me opusisteis vos en la liza de Burdeos. ¡Feliz yo mil veces! Imposible me parece todavía haber tenido tan alta honra. ¡Voto á!

No se detuvo Candido en Burdeos mas tiempo que el que le fué necesario para vender algunos pedernales del Dorado, y comprar una buena silla de posta de dos asientos, porque no podia ya vivir sin su filósofo Martin.

Trescientos cuarenta y un caballeros tenemos hoy en Burdeos, y ya se han recibido trescientos cuarenta carteles aceptando el reto. El único que falta es el de Sir Mauricio de Ravens, á quien la gota tiene clavado en el lecho.

En las cercanías de Burdeos el paisaje es hermoso y el horizonte vastísimo; el valle del Garona aparece en todo su esplendor de cultivo, mostrando sus plantaciones de tabaco al lado de las de cereales y los inmensos viñedos, que les dan tan universal importancia al departamento de la Gironda y los circonvecinos.

Pero descuidad, que la mitad de estos ducados que aquí llevo se la daré á mi madre y la otra mitad la agregaremos á los dineros que vos tengáis, para comprar el Galeón Amarillo que nos llevó á Burdeos y con él saldremos en busca del barón. ¡Buen Tristán! dijo Roger sonriéndose. Pero ¡ah! que si el barón viviese ya hubiéramos tenido nuevas suyas. ¿Qué villa es esa? preguntó poco después. ¡Romsey!

Dicho queda que las grandes justas de Burdeos, para las cuales era estrecha y de todo punto inadecuada la plaza frontera á la abadía de San Andrés, se celebraban extramuros, en la vasta llanura inmediata al río.

Aunque el lector lo sienta como yo, es preciso abandonar Paris: siguiendo mi itinerario hemos visitado Bayona, Burdeos, y la gran ciudad: ahora, continuarémos nuestra corta expedicion por Francia y acto continuo nos trasladarémos á la patria de Guillermo Tell.

Sin episodio ni incidente alguno notable entré en Burdeos. Esta populosa ciudad, una de las primeras de Francia, anuncia ántes de entrar en su recinto lo importante de su significacion política y comercial. El viajero que llega á Burdeos procedente de Bayona, atraviesa una larga calle de tres cuartos de legua, cerrada con imponentes y majestuosos lienzos, que desemboca en una gran plaza.

A la vuelta de mi viaje, cuando perdía de vista por las noches la Cruz del Sur y comenzaba a divisar la Estrella Polar y las dos Osas, me sentía tranquilo. Al acercarnos a Europa, al oír las sirenas de los vapores dando sus largos alaridos, experimentaba una alegría infinita. Si tenía ocasión propicia, al llegar a Burdeos tomaba un vapor, aunque no fuese mas que para pasar un día en Lúzaro.

Palabra del Dia

atormentada

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