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Actualizado: 15 de julio de 2025
Sí; eran bocas de flor que se abrían para decir a Feli que era muy bonita. Y yo continuaba con gravedad me adhiero a la sabia opinión de este mitin florido. La brisa de la tarde estremecía los árboles, y una nevada de pétalos caía sobre Feli, enredándose en su peinado.
El ambiente era diáfano. Corría una brisa fina y helada, encajonada entre las paredes de la garganta. Los fugitivos marcharon un rato en silencio. Andrés, aturdido por la situación singularísima en que se había puesto, no estaba, sin embargo, disgustado.
En el punto más alto del techo del espacioso edificio de que se ha hecho mención, y precisamente durante tres horas y media de cada día, á contar del mediodía, flota al aire ó se mantiene tranquila, según que la brisa sople ó esté encalmada, la bandera de la república, pero con las trece estrellas en posición vertical y no horizontal, lo que indica que aquí existe un puesto civil, y no militar, del gobierno del Tío Samuel.
Eran largos colgantes de intenso azul en los que flotaban enjambres de estrellas. Al poco rato, una brisa fresca barría los últimos jirones, que se amontonaron más allá de la popa, río abajo, formando una barrera blanca. Quedaron completamente al descubierto, con la limpieza de un cuadro recién lavado, la superficie del estuario y la costa negra con sus resplandores de faros y de pueblos.
La calle solitaria ofrecía el mismo aspecto de todas las noches. La brisa agitaba dulcemente las hojas de los árboles. Una paz solemne parecía desprenderse del espacio.
Se alzó entonces una leve brisa y los ondulantes cabellos de Magdalena acariciaron el rostro de Amaury, quien sintiéndose muy débil para resistir una sensación tan fuerte, echó hacia atrás la cabeza y exhaló un hondo suspiro. ¡Magdalena! murmuró. ¡Por favor! ¡Ten compasión de mí! ¡Que tenga compasión de ti! Pues ¿acaso no eres feliz?
Dos lágrimas refrigerantes asomaron a los párpados de la Tribuna, rezumaron al través de las pestañas espesas, humedecieron la escaldada mejilla, y en pos vinieron otras, que se apresuraban desahogando el corazón y aliviando la calentura incipiente.... Al exterior, las ráfagas de la triste brisa de febrero silbaban en los deshojados árboles del camino y se estrellaban en las paredes de la casita.
Bullen átomos de luz, como estos que ahora nos rodean, y en las puntas de nuestros cabellos palpita con galvánica fuerza, embriagadora sensibilidad. ¿No percibe usted estas ondas que vienen del cielo, no siente usted cómo se abre la tierra y despide cien mil vidas nuevas, creadas en esta corola donde estamos, y en cuyos bordes nos movemos a impulso de la suave y embalsamada brisa?
Nunca he acertado a leer los libros de Pereda con la impasibilidad crítica con que leo otros libros. Son algo tan de nuestra tierra y de nuestra vida, como la brisa de nuestras costas o el maíz de nuestras mieses. Pocas veces un modo de ser provincial ha llegado a traducirse con tanta energía en forma de arte.
Los encajes del vestido de Celinina se movieron también, y las hojas de sus flores de trapo anunciaban el paso de una brisa juguetona ó de manos muy suaves. Entonces Celinina abrió los ojos. Sus ojos negros llenaron la sala con una mirada viva y afanosa que echaron en derredor y de arriba abajo.
Palabra del Dia
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