Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de mayo de 2025
Pues, señor, que llegó a tomar el título y que se vino a casa, y que le arrimé a la botica para que practicara lo que había estudiado, eso es... porque sin práctica, de nada valen las teorías; y, amigo de Dios, como una seda desde el primer instante.
Fue ella a buscarle a la botica a la hora concertada, y no le encontró. «Ha ido a cortarse el pelo le dijo Ballester, ofreciéndole una silla . Con las murrias de estos últimos tiempos, el pobre chico no caía en la cuenta de que se iba pareciendo a los poetas melenudos... Le he mandado que se trasquilase esta misma tarde.
Se hallan como los almacenes bajo la inspeccion de los señores ministros de la hacienda pública, tesorero y contador: el primero dotado de un contralor, un administrador, tres médico-cirujanos, un escuadron de practicantes y sirvientes, desde el mayordomo hasta el último criado, y por último con una botica que es lo principal de la mina.
Razón le sobraba al gran Donoso al tronar tanto contra el casino, en su elocuente libro sobre el Catolicismo. Es verdad que siempre ha habido casino, sólo que antes, para los ricos, se llamaba la casilla, y estaba en la botica, y para los pobres, el casino estaba en la taberna.
Llámeme nervioso, chiquillón y visionario, como me lo llamó usted en la botica por muchísimo menos de lo que ahora sabe... Este clavo podrá arrancarse mañana u otro día, o me iré acostumbrando a él; pero, hoy por hoy, se le regalo al hombre más duro de entrañas; y a ver cómo se las arregla con la herida.
Y aquella tarde vendió a otros del oficio, por la mitad de precio, cuanto había en los escaparates, y la botica quedó limpia sin necesidad de escoba. Cuando al día siguiente fué Carapulcra en busca del compañero para dar principio al balance, se encontró con que el pájaro había volado, y por única existencia la garrafa de los peces.
Don José era un señor excelente, que no hacía más que cuidar de su hacienda, jugar á la malilla en la reunión de la botica y dar gusto á Doña Antonia. Esta señora tenía una pasta de las mejores: cuidaba de la casa con esmero, cosía y bordaba.
Por último, es tambien de notar en este lugar, que sin embargo de estar cerrada al público esta botica, hay vecinos con cartas de privilejio, por medio de la cual se proveen de sus medicamentos.
No: ¡si he salido yo casi al mismo tiempo que Vd.! Nada ocurre; pero quiero que hablemos. Entró doña Manuela en la botica, esperola él a la puerta, y apenas la vio salir, continuó de este modo, mientras ella le seguía dócilmente: Vámonos ahí al lado, al pórtico de San Isidro. Y subieron las escaleras de la iglesia. Mire Vd., madre, yo no quiero callarme: estoy disgustadísimo.
Terminado el trabajo, a eso de las cinco, nada de tertulia en la botica, nada de oir tocar a la señorita Fernández. A mi casita, a mi pobre casita, que me parecía un alcázar. Si acaso, y eso de cuando en cuando, a visitar al dómine o a charlar con Andrés. Los domingos, de vuelta de misa, a conversar con las tías y con Angelina, a leer, a escribir.... Por la tarde al patio.
Palabra del Dia
Otros Mirando