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Actualizado: 22 de julio de 2025


Y si lo era, pronto se había de saber; porque, eso , a doña Lupe no se le apagaría en el cuerpo la bomba, y aquella misma noche o al día siguiente por la mañana, Maximiliano y ella se verían las caras... Que la señora viuda de Jáuregui estaba volada, lo probó la inseguridad de su paso al recorrer la distancia entre el domicilio de las de la Caña y el suyo.

Al frente, tras un bello pórtico de bambúes con cortinas de muselina bordada, estaba su lecho. Antes, esto es, entre la puerta desde donde yo observaba y el pórtico de la alcoba, había un espacio cuadrado, y en su parte media, una mesa arrimada a la pared. Sobre la mesa había una lámpara con bomba de cristal opaca que esparcía una luz velada a poca distancia.

La noticia cayó como una bomba, y aunque muchos quisieron negarla frente a frente de la evidencia misma, estrellábanse sus negaciones contra un documento oficial, legítimo y auténtico, que había circulado el día anterior por todas las casas de la Grandeza.

El vástago de hierro chilló un instante, y las que estaban junto al estanque oyeron en lo profundo de la bomba una regurgitación tenue. El caño escupió un salivazo de agua, y todo quedó después en la misma quietud chicha y desesperante.

Pronto distinguió, sin embargo, el brillo de una luz lejana que se iba acercando gradualmente, y que le permitía reconocer allá un objeto, más acá otro, tales como la puerta arqueada de una casa, con aldabón de hierro, una bomba de agua, etc., que fijaban su atención, á pesar de que estaba firmemente convencido de que á medida que se aproximaba aquella luz, que pronto daría de lleno en su rostro, se iba también acercando el momento en que su suerte quedaría decidida y revelado el funesto secreto oculto por tanto tiempo.

El jueves Santo llegó con una noticia que había de hacer época en los anales de Vetusta, anales que por cierto escribía con gran cachaza un profesor del Instituto, autor también de unos comentarios acerca de la jota Aragonesa. En casa de Vegallana la tal noticia estalló como una bomba.

Pues como decía, el día de la bomba, después de tocar inútilmente a la puerta del noble inglés, llevome el destino segunda vez a casa de la señora doña María, disponiéndose las cosas de modo que cuando me encaminaba a casa de dona Flora, tropezase con el señor D. Diego, el cual me habló así: ¿Vienes de casa de lord Gray? Dicen que está con la morriña. Nadie le ve por ninguna parte.

Los celos primero, después la noticia del matrimonio de Luis cayendo como una bomba, luego la venganza miserable, en la hija, del abandono del padre. Conocía bien el carácter rencoroso de la valenciana. Pero ¿qué adelantaría con injuriarla en aquel momento? Producir un grave escándalo y que la arrojasen de la casa. Micaela, apesar de su temperamento violento, tenía un corazón compasivo.

Ocurriosele una idea singular y terrible: contárselo todo a su marido. Ignoraba lo que esto daría de , pero por lo pronto provocaría un escándalo. D. Pedro era violento, gozaba de gran poder y prestigio. ¿Quién sabe el destrozo que la bomba podía causar?

Y revolvió los ojos en todas direcciones, como buscando debajo de alguna mesa o en lo alto de algún étagére a la nueva camarera. Pero ¿quién es?... ¿Quién es? gritaron todos. Isabel Mazacán dejaba escapar una sonrisita maliciosa, como quien saborea un triunfo anticipado; presentó una copa a Paco Vélez para que se la llenase de whisky, vacióla de un trago, y acabó al fin de soltar la bomba.

Palabra del Dia

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