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Actualizado: 1 de junio de 2025
Se hace un ligero silencio, durante el cual se oye el ruido del abanico al chocar contra el imperdible del pecho. Y de pronto suena otra vez la voz de este señor del traje claro. Ya no es dulce la voz ni los gestos son blandos; ahora la palabra parece un rumor lejano que crece, se ensancha, estalla en una explosión formidable.
En los soportales de las casas de enfrente acaecía poco más o menos lo mismo; pero en la calle había poca gente, porque estaba cayendo pausadamente una agua menudísima que los vecinos de Nieva se habían acostumbrado a no despreciar, pues a la postre, y a pesar de sus modos blandos y sutiles, moja como cualquiera otra.
Estos tres capítulos los subdividía doña Tula, o, lo que es igual, el enano, en varios párrafos, igualmente numerados. Las palabras subrayadas, y había bastantes, lo estaban con tiralíneas. De todo esto saqué en limpio que, con el escándalo y la perspectiva de matrimonio, estaban bastante más blandos.
Y en la accidentada historia de lo poco que he vivido, evocaré enternecido los gentiles surtidores que, blandos y arrulladores cual la brisa del desierto, me hacían soñar despierto con mi recuerdo querido. Es tu voz cuando cantas dulce fuente, arroyo fresco que en la selva umbría el himno de cristal de su corriente va entonando en suave melodía.
A la tercera vez que se asomó Luz a la azotea, también vio al mancebo en el mismo sitio; pero ya no se contentaba, para dar entretenimiento a sus miradas, con el lujo de la naturaleza que le envolvía; también la miraba a ella, a Luz, y aun con mejores ojos que a las bellezas inanimadas del paraíso; y como el mancebo era, en opinión de Luz, «el sentimiento de la bondad y la fortaleza», y hasta «el arcángel guardador» de todo aquello, que ya era «de los dos», Luz bajó del terrado, sin miedo y sin escrúpulos, y el mancebo la salió al encuentro; y ella apoyó su brazo en el brazo que le presentó él, y se fueron juntos por el sendero adelante; y mientras andaban así, a Luz le parecía más radiante la del sol y que eran más olorosas las flores y más blandos los senderos; los ruidos más armoniosos, el ambiente más saludable y los pajarillos más alegres.
Volvió los ojos blandos a su amiga y poniendo en la voz un tono de cariñosa confianza, nuevo, algo parecido, según notó la Regenta, al que había usado Mesía aquella tarde en el balcón del comedor, contestó el Magistral muy quedo: No debo ir con ustedes.... Y el gesto indescriptible, dio a entender que lo sentía, pero que como él era cura... y ella se había confesado con él... y Paco y Obdulia y Visita eran un poco locos, y en Vetusta los ociosos, que eran casi todos, murmuraban de lo más inocente....
Pidióselo la diosa aficionada A que vivan poetas zarabandos, De aquellos de la seta almidonada: De aquellos blancos, tiernos, dulces, blandos, De los que por momentos se dividen En varias setas, y en contrarios vandos.
Movido de un galante respeto hacia Isidora, Bou violentaba su palabra para que no fuese áspera, y así, hablando del pueblo y de la liquidación social, usaba términos blandos y oraciones trabajosamente delicadas que salían de su boca, como los gorjeos de un buey que se propusiera ser émulo de los ruiseñores. En esto se conocía la pasta de su corazón.
Cuzcuz, pan blanco á comer, Gallinas en abundancia, Y aun havrá vino de Francia, Si vino quieres beber. No te piden lo imposible, Ni trabajos demasiados, Sino blandos, regalados, Dulces lo mas que es posible. Goza de la coyuntura Que se te pone delante, No hagas del inorante, Pues muestras tener cordura.
Los grumetes, que aqui y alli cruzaban, De encadenados versos parecian, Puesto que como libres trabajaban. Todas las obras muertas componian O versos sueltos, ó sextinas graves, Que la galera mas gallarda hacian. Enfin con modos blandos y süaves, Viendo Mercurio que yo visto havia El bagel, que es razon, letor, que alabes,
Palabra del Dia
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