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Esto era duro, durísimo, decía el marqués, para unos padres tan blandos de corazón como ellos; pero el estado de la marquesa, tan delicado en su convalecencia, y el temperamento de la niña, que era por todo extremo linfático, según dictamen, casi en profecía, del doctor, el cual temperamento hacia indispensable para ella el aire y la libertad del campo, les obligaban a echarla de casa.

11 Yo soy toro en mi rodeo Y torazo en rodeo ajeno; Siempre me tuve por güeno Y si me quieren probar, Salgan otros a cantar Y veremos quién es menos. 12 No me hago al lao de la güeya Aunque vengan degollando, Con los blandos yo soy blando Y soy duro con los duros, Y ninguno en un apuro Me ha visto andar tutubiando. 13 En el peligro, ¡qué Cristos!

Orfeo, que hizo parte de la espedicion de los Argonautas, cuyo viage es tan cierto como el de Colon, domesticó á las fieras con los blandos sonidos de su lira, segun cuenta la misma fábula. Aun cuando pueda ponerse en duda este milagro y el de Anfion, ahí están sus Himnos de Iniciacion para comprobar que antes de que hubiese prosa hubo un poeta.

En cuanto al Misántropo, ya es otra cosa. Para él se ha servido de moldes blandos, estropeados, indescifrables.

Isidora trató de abrir el puño del muchacho; pero este apretaba tan fuertemente sus dedos, que los blandos y flojos de Isidora no pudieron moverlos ni un punto, ni separarlos. Con su fuerza varonil, Mariano hacía de su mano un arca de hierro. «Abre la mano, ábrela. No quiero. ¿Qué tienes ahí?... ¿Qué has cogido?». Mariano se puso de un salto en la puerta, siempre con el puño cerrado.

Sobre la hacanea torda en que iba y sentada sobre blandos cojines en elegantísimo sillón o jamugas, semejaba una emperatriz en su trono.

Así, pues, por afuera sólo expone remos auxiliares, cortas nadaderas que poco arriesgan, las cuales, consistentes, punzantes y viscosas, hieren, eluden, se escapan. ¡Cuán superior es esto al pulpo ó á la medusa, que ofrecen á todo el mundo blandos tentáculos de carne, apetitoso bocado para el hambre devoradora de los crustáceos y de los marsuinos!

Y llegó, y la invitó a bailar; y Luz, sin dudar un solo instante, se levantó de su asiento, enlazó su brazo con el brazo que le ofrecía el mancebo, y se fue con él por el salón adelante... ¡Lo mismo que cuando se iban por los tortuosos y blandos senderos de su mundo! No bailaron..., ¡qué habían de bailar?

6 ni buscamos de los hombres gloria, ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. 7 Antes fuimos blandos entre vosotros como la que cría, que regala a sus hijos. 8 Tan amadores de vosotros, que quisiéramos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino aun nuestras propias almas; porque nos sois carísimos.

Los blandos esbozos de la vida, las gelatinas animadas, aunque sólidas apenas, se han fundido millones de veces antes de que la Naturaleza pudiese fabricar su robusto trilobito, su indestructible helecho. Sobre ellos, y á su costa, comienza á elevarse la inmensa, la maravillosa flora de los mares. Y no me es dado en este punto ocultar la tierna simpatía que por ella siento.