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Actualizado: 9 de junio de 2025
Pero yo no he faltado, yo no he mentido... balbució Doña Sola y Monda entre suspiro y suspiro . Lo que usted dice, muerto estaba y enterrado en mi corazón para no resucitar jamás. Lo sé, lo sé dijo Cordero no menos turbado que su amiga . ¡Oh! la voz aquella, la voz aquella blanda y un poco triste que hablaba aquí en mi conciencia, ¡qué bien me lo decía! Pues oiga usted todo.
Había llegado en un sitio en que sus pasos ya no eran guiados por las cercas de las callejuelas, y vagó al azar, incapaz de distinguir ningún objeto a pesar de la inmensa capa blanca que la rodeaba y la creciente luz de las estrellas. Se dejó caer contra una mata aislada de retama. Era una almohada bastante blanda, y el lecho de nieve era también bastante suave.
El ruiseñor volvió a cantar con timidez, como un artista que teme ser interrumpido. Lanzó algunas notas sueltas con angustiosos intervalos, como entrecortados suspiros de amor; después fue enardeciéndose poco a poco, adquiriendo confianza, y comenzó a cantar, acompañado por el murmullo de las hojas agitadas por la blanda brisa.
Nuevo y mayor aliento tomó el festejo con la llegada del caballero, necesitándose de la turbación agradable de los sones de los acentos y de la blanda algazara del festejo para que María pudiese esconder, bajo la fuerza del disimulo, las más contrariadas impresiones que probaba en aquel punto.
GALLINA EN PEBRE. Después de limpia se pone en la parrilla, untándola muy a menudo con manteca derretida, sal, ajos machacados y zumo de limón; cuando esté a medio asar se pone en una cazuela con manteca, perejil, pimienta, sal, laurel, y el jugo que sobre del asado, una jícara de aceite y el caldo necesario para cocer hasta que esté blanda.
Dicen que una vez, habiendo caminado a gatas más allá de su corral o cercado de ramas de pino entrelazadas que rodeaban su cuna, se cayó de cabeza por encima del banquillo, en la tierra blanda, y permaneció con las encogidas piernas al aire, por lo menos, cinco minutos, con una gravedad y un estoicismo admirables, levantándolo sin una queja.
Finalmente, con justa razón fuimos castigados con la pena del destierro, blanda y suave al parecer de algunos, pero al nuestro, la más terrible que se nos podía dar.
En otra mirada rápida en derredor del saloncillo aquel, se le antojó haber visto la blanda, inteligente mano de un artista, colocando cada mueble, cada libro y cada cachivache en el único sitio que le correspondía; y ¡otra bobada mayor! aun marcó con la vista en las paredes y sobre muebles determinados, los lugares y los aparatos en que sus acuarelas, a no ser tan malas como eran, hubieran hecho un lucidísimo papel.
No por cierto, ¡sino que habrá tantos otros desdichados! Se me nubló el semblante, y Amparo se apresuró a decir: La caridad debe ser discreta; la caridad indiscreta hace más daño que beneficio; yo ya tengo todo lo que podía desear; un cuartito alegre, una cama blanda, ropa blanca y dos vestidos de calle. Trabajo; trabajo con ardor, y dentro de poco seré oficiala.
En el seno de tu madre Tu frente oculta, ángel mio, Cual la gota de rocío En el cáliz de la flor, Y mientras el mundo torpe No empañe de tu cabeza El sello de la pureza, Duerme tranquila, Leonor. Flor delicada y hermosa En el jardin de la vida, Hoy te miras protegida Por el maternal amor. ¡Ay! antes que por los cierzos Te mire despedazada, En esa blanda almohada Duerme tranquila, Leonor.
Palabra del Dia
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