Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de junio de 2025
Benigno iba vestido a lo burgués, llevaba instrucciones reservadas, y Cristeta no le conocía. Capítulo VII En el cual hay viaje, separación, monólogo y principio de algo más grave
Ya anochecía cuando escribió una carta a don Benigno Cordero, manifestándole lo que más adelante sabrá el curioso lector. Esta carta la dejó en poder de D. Felicísimo, previa formal promesa de entregarla a Cordero, que vendría pronto de los Cigarrales y se encontraría en su casa de la subida a Santa Cruz. Despidiose del anciano y partió aquella misma noche.
Por cierto que esto tenía un poco desabrido a don Segis, el capellán de las Agustinas, aunque no osaba manifestarlo, porque no le convenía ponerse mal con su compañero. La insinuación producía efecto unas veces, otras no. Rara la dejaba caer don Benigno en los oídos de una vieja.
Don Roque rompe el silencio: De todos modos, no hay duda que don Antonio le abrasó. Le abrasó dice don Juan el Salado. Le abrasó confirma don Benigno. Le abrasó corrobora el señor Anselmo. Le abrasó completamente resume, por fin, don Segis lúgubremente. Lo que alteraba los ánimos una que otra vez, era la cuestión de pichones.
Solos en su alojamiento, mal acompañados de una mediana lumbre, D. Benigno y su amigo pasaban los días. El enfermo, aunque postrado y sin movimiento, estaba casi siempre menos triste que el sano.
Imaginaba que Echeloría había de llorar por él y había de decir a Salomón, con todo miramiento y finura, que no le amaba porque amaba a otro; y daba por cierto que Salomón, que era benigno con las mujeres, y tan galante y condescendiente que las consentía tener ídolos de la tierra de cada una de ellas no debía de ser feroz con Echeloría, sino que, no bien supiese que su ídolo era Mutileder, había de ceder en sus pretensiones.
Quizás las aprecie mejor; quizás yo esté en situación de ver en ella méritos de abnegación que usted no puede ver. D. Benigno meditó breve rato. Había caído en un mar de cavilaciones que sin duda no tenía fondo. ¡Ah! exclamó dando un gran suspiro con el cual pudo salir de aquellas honduras tenebrosas , usted me confunde más, pero mucho más.
En estas visitas ocurría la particularidad inexplicable de que D. Benigno no hablaba de Sola ni de cosa alguna que con el cansado matrimonio tuviese relación.
Si procediere benigno, Atento, prudente y cuerdo, Obedecedlo y servidlo. Mas si procediere altivo, Soberbio é inobediente, No le conozcáis dominio. Los elementos le rinden homenaje, y, entonando de nuevo otro cántico de alabanza, siguen á los tres atributos de la Divinidad para ayudarles en la creación del hombre.
No deben fundarse cálculos sobre la muerte. En el mundo no es fácil asegurar quien ayuda o quien estorba. Es posible que sea yo el que está demás. ¡Oh! Dios mío.... Pero usted no puede apreciar, como yo, sus infinitas cualidades, que la igualan a los ángeles dijo D. Benigno con cierto desdén.
Palabra del Dia
Otros Mirando