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Actualizado: 13 de junio de 2025


Así se absolvió de su pecado, si le hubo, en la muerte de Tomás Cardoso. Así se calificó hasta de benigno. No por eso en absolución fue acompañada de alegría, sino que sintió pesar más negro en el fondo del alma al imaginar cuán difícil era, sin culpa, sin estrago y muerte, conquistar por la acción la suspirada gloria.

D. Benigno, dejando que Alelí se durmiera en el sillón del comedor y que Crucita hiciera lo mismo en su cuarto, envió a los muchachos a la escuela, y a su cuarto a Sola, entabló con ella una conversación de la cual es preciso no perder punto ni coma. Sola manifestaba grandísima sorpresa.

D. Benigno no la había abrazado nunca. Aquel día la abrazó por primera vez, y aquel abrazo bien valía por mil.

Doña Blanca, no bien entró su hija, supo dominarse y recobrar su calma habitual. Un poco más tarde vino el benigno D. Valentín, y todos fueron á comer como si tal cosa. El P. Jacinto echó la bendición al empezar la comida, y rezó al sentarse y al levantarse. Ya de sobremesa, tuvo efecto la grata sorpresa de la corza. Clarita la halló encantadora.

El señor escribió una carta; pero no la dejó en casa. ¿Pues dónde, hombre de Dios, dónde? La dejó a D. Felicísimo Carnicero. ¡Bendito Dios! exclamó D. Benigno, golpeando en el suelo con un pie . ¿Y a usted no le dejó recado verbal para ? ¿Para el Sr. de Cordero? señor. Me dijo que D. Felicísimo enteraría a usted del motivo de su viaje y le daría una carta.

Se posan con afecto en un rayo de luz, en una flor, hasta en cualquier objeto inanimado; pero con más afecto aún, con muestras de sentir más blando, humano y benigno, se posan en el prójimo, sin que el prójimo, por joven, gallardo y presumido que sea, se atreva a suponer nada más que caridad y amor al prójimo, y, cuando más, predilección amistosa, en aquella serena y tranquila mirada.

Deseo perdonar y que me perdonen.... Eso de darse las manos con cien leguas de por medio no está en mis libros.... ¡Qué matrimonio tan desgraciado, D. Benigno! Dios quiera que el cólera no separe más a marido y mujer. ¡Señora, por amor de Dios!... No crea usted que es mala intención. Es lo contrario.... Les deseo toda clase de felicidades.

Al poco tiempo, el mismo Pppsicología fue sorprendido por el inspector durmiendo la siesta con la cocinera, una mujerota fea y obesa hasta la monstruosidad, y enterado el coronel, los puso a ambos en la calle, con alegría general de los alumnos por lo que se refería a D. Benigno y con sentimiento en lo que tocaba a la cocinera, que era generosa y amable en sumo grado.

Y no se saciaba de mirar al señor de los espejuelos de oro, y a la joven, y a los chicos, que no menos espantados que él le rodeaban. Ya donde estoy dijo . Ya que debo esta hospitalidad a don Benigno Cordero y a su digna esposa.

Según como se mire, según como se mire dijo Sola arrebatada de compasión por su amigo y anhelante de concederle todas las ventajas. ¡Oh! exclamó D. Benigno sonriendo , por más que usted se empeñe en echarme flores, no conseguirá que yo me enfatúe, ni que me obceque hasta el punto de no ver claramente lo que soy.

Palabra del Dia

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