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Actualizado: 7 de junio de 2025


A las dos formas de gobierno que por entonces contendían en España, se las representaba el auditorio de Amparo tal como las veía en las caricaturas de los periódicos satíricos: la Monarquía era una vieja carrancuda, arrugada como una pasa, con nariz de pico de loro, manto de púrpura muy estropeado, cetro teñido en sangre, y rodeada de bayonetas, cadenas, mordazas e instrumentos de suplicio; la República, una moza sana y fornida, con túnica blanca, flamante gorro frigio, y al brazo izquierdo el clásico cuerno de la abundancia, del cual se escapaba una cascada de ferro-carriles, vapores, atributos de las artes y las ciencias, todo gratamente revuelto con monedas y flores.

Escúchase un redoble: La infantería inmoble Sus armas descargó. Y al ver sus bayonetas «Á la carga, cornetasZacarías gritó. Y todos enristraron Y en pos de él se arrojaron Sus lanzas á estrellar. ¿El plomo y la metralla, El foso y la alta valla Su furia detendrá? Proteja Dios al fuerte Que va á retar la muerte Cargando con valor! Y si caer le toca, Caiga como una roca Con ímpetu y fragor.

Era un rincón obscuro, polvoroso, lleno de cachivaches, antes apreciables al tacto que a la vista, objetos de cartón, de cuero, de metal, algo como mochilas, bayonetas, cartucheras, trozos de arreos militares, desechados por inútiles en la liquidación de un bazar de juguetes. El Majito miró y se estuvo quieto, atento. Sus ratoniles ojos veían en la obscuridad aquel montón de cosas.

Las fachadas de las grandes casas parecían alegrarse abriendo de golpe sus puertas y balcones. La fuerza armada extendíase por toda la ciudad. La luz de los faroles hacía brillar los cascos de los jinetes, las bayonetas de los infantes, los tricornios charolados de la guardia civil.

Y sin embargo, yo no lo que tiene, que hasta á nosotras las mujeres nos inflama y entusiasma. ¡Cuántas veces, al ver pasar un batallón marchando al son de la música con su bandera desplegada y las agudas bayonetas en alto que brillan al sol y se mueven con siniestro compás, me ha entrado en apetito el ser hombre para seguir su suerte borrascosa!

Las bandas militares atronaban las calles inmediatas con sus ruidosos pasodobles, y rompiendo el gentío pasaban los regimientos, con los uniformes cepillados y brillantes, moviendo airosamente al compás de la marcha los rojos pompones de gala y las bayonetas, doradas por los últimos resplandores del sol.

Aun es dichosa... No se acuerda de nada... pero una descarga hiere sus oídos y cae de nuevo desmayada. ¡Mi padre ya no existe! »Habían pasado tres meses desde aquel día, cuando fueron a buscarme al colegio para llevarme al lado de mi madre. Estaba detenida en una casa de reclusión y yo me presenté a ella entre bayonetas.

Era una cadena de eslabones humanos brutalmente ensartados; gente forjada del Rey que iba a las galeras; una cuerda de presos. En torno suyo caminaban custodiándoles, sable en mano o arma al brazo, unos cuantos soldados. Lo que Lázaro había visto brillar en lontananza eran los hierros de las bayonetas.

Poco mas ó ménos todos los partidos gobiernan con los mismos medios: la fuerza, la represion, la intriga, la corrupcion de las conciencias. ¡Cosa extraña! la gran masa del pueblo español detesta el gobierno del sable y desea la ruina del militarismo; y sinembargo todos los ministerios se apoyan sucesivamente en las bayonetas.

Los hombres armados se esparcieron por las habitaciones en busca de enemigos. Metían las bayonetas debajo de camas y divanes. Otros, con un automatismo destructor, atravesaron los cortinajes y las ricas cubiertas de los lechos.

Palabra del Dia

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