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Actualizado: 26 de junio de 2025
Una noche en que el traspunte se sentía, por el ayuno forzoso de muchos días, más enamorado que otras veces, dijo algunas palabras rápidamente al oído de María y se perdió entre los bastidores.
La muchacha, que no había entrado hasta entonces en la región de los bastidores, estaba maravillada y contenta al verse entre aquel bullicio, y pronto fue una necesidad el pasarse tres o cuatro horas todas las noches vagando por las cajas y por los cuartos de las actrices con quienes simpatizó en seguida. Antoñico, al verla por primera vez, se relamió como el tigre cuando atisba la presa.
bajo la luna que nostalgias llueve, bordando en sus azules bastidores el arabesco de su nombre en nieve... Marzo, 1922. En la paz de los viejos parques ducales, junto al lago que irradia verdes reflejos, el alma pensativa de los rosales flota en un azulado temblor de espejos.
Se recitan a sus oídos madrigales nuevos y viejos que sólo a veces comprenden. Algunas suelen tener talento natural y da gusto hablar con ellas. Estas no duran allí mucho tiempo. Un campanillazo indiscreto llama a las hadas al teatro; la muchedumbre de abonados las acompaña la entrada del escenario, las retiene y entretiene detrás de los bastidores móviles.
Todo aquel lienzo extendido por la estancia, aquellos patrones de papel, los dibujos, los bastidores, los carretes de hilo, le hablaban un lenguaje misterioso y tierno. Las tijeras al cortar chis chis, las agujas al coser cruj, cruj, ¡le decían tantas cosas graciosas de lo futuro! Unas veces le decían: « ¿Quién te verá, Cecilia, ir a misa los domingos del brazo de tu marido?
Entre sí, los comediantes, separados por el deseo de brillar, celosos unos de otros, se destrozan fieramente en una lucha taimada y sin cuartel: sus rivalidades personales rebasan los límites de los bastidores y les acompañan sobre el escenario, y allí se recrudecen.
Las hamacas de la provincia de Tayabas consisten en dos bastidores de vara y media de largos, y menos de una de anchos, divididos y sujetos por dos tablas de narra, por las que pasa una larga y fuerte caña. Sobre el bastidor superior se coloca el trapal, y el inferior es el llamado á sostener al viajero.
La noticia ha corrido por los bastidores, ha penetrado en el saloncillo de autores, ha llegado también á los «camerinos», donde las actrices acaban, entre risas, de alegrar con carmín la frescura bermeja de sus labios.
De vez en cuando escuchaba el chillido de una gaviota o la agitación momentánea de los tamariscos bajo una ráfaga, murmullo semejante al de las fingidas muchedumbres teatrales ocultas tras los bastidores. En el techo de la habitación sonaba a intervalos el cric-cric monótono de una carcoma royendo las vigas con un trabajo incesante, inadvertido durante el día.
El famoso actor Edmundo Got habla en sus Memorias del desdichado estreno de La mariposa, obra de Victoriano Sardou, á quien yo conocí septuagenario y con un rostro burlón y astuto, de vieja histrionisa, y que tenía en la época á que Got se refiere un semblante reflexivo y dulce, de institutriz. La mariposa, como se dice en la pintoresca jerga de bastidores, «se hundió».
Palabra del Dia
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