Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de mayo de 2025
Y por no gastar en barberos prevenimos siempre de aguardar que otro de los nuestros tenga pelambre y entonces nos la quitamos el uno al otro, conforme lo del Evangelio: "Ayudaos como buenos hermanos."
Los barberos eran mujeres y pasaban de una docena. El más antiguo de ellos, de pie en uno de los hombros y rodeado de sus camaradas, daba órdenes como un arquitecto que, montado en un andamio, examina y dispone la reparación de una catedral. Empezaron los hombres de fuerza á tirar de otras cuerdas para subir al extremo de ellas grandes cubos llenos de un líquido blanco y espeso.
Así pudieron los barberos continuar tranquilamente el rasuramiento de Edwin, dejando caer sus proyectiles de espuma densa, que al esparcirse sobre la tierra hacían saltar inquietos y asustados á los corceles de los guardias. Cuando dieron por terminada esta operación, se dedicaron al corte de los cabellos del gigante, trabajo más rudo y peligroso.
Suavemente bajó la mano, no hasta su rodilla, sino hasta el mismo suelo, procurando, que el joven no sufriese rudos vaivenes en tal descenso. Luego se entregó á los barberos que invadían su cuerpo. Flimnap no iba á venir, y era inútil retardar la operación. Sintió cómo aquellos hombrecillos subían á la conquista de su rostro lo mismo que un enjambre de insectos trepadores.
Es mal de corazón, don Isidro decía con la certeza que le proporcionaba su ciencia . La señorita es tan poca cosa, que el embarazo la trae trastorná. Esto, en cuanto suerte la churumbela que yeva dentro, ya no se repite. Después habló de sangrarla; ella era capaz de hacer la operación. Había pinchado a todos los enfermos del barrio con una maestría que ya quisieran tenerla muchos barberos.
Tras dellos viene una silla de manos, bordada de trofeos, para las visitas de la Fortuna; los silleros son Pitágoras, Diógenes, Aristóteles, Platón, y otros filósofos para remudar, con camisolas y calzones de tela de nácar, herrados los rostros con eses y clavos . Aquellos que vienen agora de tres en tres, sobre tumbas enlutadas, a la jineta y a la brida, son médicos de la cámara y de la familia, boticarios y barberos de la Fortuna.
Así como los barberos iban cortando la vegetación capilar, la amontonaban en haces, atando éstos con un cabello suelto, lo mismo que si fuesen gavillas de trigo. Ya eran tantos, que los segadores se movían con dificultad, y uno de ellos empujó involuntariamente uno de los haces, haciéndolo rodar por las laderas del cráneo.
Gustaba de romanzas y versos, siempre que fuesen «con mucha tristeza»; y Ferragut se la comía con los ojos mientras ella pulsaba la guitarra entonando la canción de Malek-Adhel y otras romanzas de «rosas, suspiros y moros de Granada» que el médico había oído de niño á los barberos de su país.
Digan lo que quieran los adoradores de lo pasado acerca de la diferencia de tiempos, usos y costumbres, para sostener que lo que hoy parece humillante era entonces honorífico, la verdad es que leyendo tales cosas sin que uno quiera viene a los labios la risa amarga que inspiran las grandes mezquindades humanas; sobre todo si se considera que a los barberos de la Cámara se les daban vestidos de merced, y que Velázquez los recibiría juntamente con los enanos y bufones que le servían de modelo como el niño de Vallecas, Nicolasito Pertusato, el bobo de Coria, Calabacilla y Soplillo; sin que valga alegar que toda la servidumbre palatina, del Conde-Duque para abajo, estaría en igual caso, porque si algún deber moral tiene quien todo lo puede, el primero es anteponer el sentimiento de la dignidad propia y ajena a la estupidez de la rutina.
Juntos fueron a El Escorial, juntos discurrirían por los salones de los palacios y las alamedas de los jardines: ¡qué alientos inspiraría el protegido de María de Médicis al oficial de manos que cobraba doce reales al día con los barberos de la cámara!
Palabra del Dia
Otros Mirando