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Actualizado: 15 de junio de 2025
Dos cosas aligeraban á la ballena: su masa aceitosa que la hacía flotar sobre el agua y la poderosa cola cuyo choque alternativo, golpeando por ambos lados, empujábala hacia avante. Mas todo eso aniquila al anfibio que barbota en la profundidad de las aguas y se encarama por las rocas cual pesado caracol.
Ahogándose como ballena encallada en una playa y a quien el mar deja en seco, entró el arcipreste, morado de despecho y furor. Desplomóse en un sillón de cuero; echó ambas manos a la garganta, arrancó el alzacuello, los botones de camisa y almilla; y trémulo, con los espejuelos torcidos y el fusique oprimido en el crispado puño izquierdo, se enjugó el sudor con un pañuelo de hierbas.
De lo que sucedió en aquellos tres días siguientes ninguna fe daré, porque los tuve en el vientre de la ballena, mas de cómo esto, que he contado, oí después que en mí torné decir a mi amo, el cual a cuantos allí venían lo contaba por extenso.
Veía de lejos una rompiente y alrededor remolinos, y mientras avanzaba, unas manchas blancas indicaban al parecer una roca. La roca sobrenadaba, venerable de antigüedad, ostentando una capa gris de corónulas, de conchas y madréporas. Pero la masa se mueve. Dos enormes chorros de agua, que parten de su frente, revelan á la ballena desperezada.
Hoy en Marianas no toca más que algún que otro barco, que lo lleva hasta allí la persecución de la ballena blanca ó sea jorobada, que en sus excursiones de las regiones glaciales suele llevar ese rumbo. De tarde en tarde, toma puerto algún barco que en la travesía de América á China hace arribada, por efecto de avería ó falta de víveres.
Verdad es que quien ha pasado tres dias en el vientre de una ballena, no gasta tan buen humor como el que ha estado en la ópera, en la comedia, y ha cenado con gente de fino trato. Fin de la vision de Babuco. ó LA CORDURA HUMANA. Pusósele en la cabeza á Memnon un dia la desatinada idea de ser completamente cuerdo: que pocos hombres hay á quien no haya pasado por la cabeza semejante locura.
Allí el pobre coloso creyó poder vivir tranquilo, no suponiendo que los hombres fuesen tan locos que lo persiguieran hasta en aquellas apartadas regiones. La pobre ballena dormía muy sosegada, cuando nuestros atolondrados héroes se acercaron á ella cautelosamente.
Cruzamos por delante de la costa alta y escarpada de Orio, pasamos el arenal de Zarauz y dejamos atrás el monte de San Antón, que se dibujaba sobre el mar como una ballena de color gris. El sol bajaba en el horizonte, inclinándose hacia el mar; su disco rojo iba dejando las olas como formadas por un metal fundido.
Era una ballena monstruosa que por mandato del Señor se había prestado a este servicio. Después de vagar años enteros por el Océano desembarcan en una isla, y encuentran, tendido en un sepulcro, el cadáver de un gigante. Los dos santos monjes lo resucitan, tienen con él pláticas interesantes, y tan razonable y bien educado se muestra, que acaba por convertirse al cristianismo y lo bautizan.
Arrojóles la nave y como para Jonás fugitivo estuvo prevenida la cárcel del buque de la ballena, que a su pesar le condujo al término del destino de Dios, así en nuestro caso recibieron las cárceles del Santo Oficio a los que escupió la Nave, el mar y sus olas.
Palabra del Dia
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