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Actualizado: 27 de mayo de 2025


El príncipe está apoyado en una balaustrada sobre las terrazas y el puerto. Su paseo meditabundo le ha traído hasta aquí sin que él se diese cuenta. Vuelve la espalda al mar y á los grupos que empiezan á aclararse abajo, después de terminado el concierto. Pasan cerca de él los músicos americanos, seguidos por un enjambre de chicuelos que acompañan su retirada.

Apoyó un codo en un alero mientras descansaba en su diestra la sudorosa frente, y al momento echó abajo tres estatuas de doble tamaño natural que adornaban la balaustrada, representando á otras tantas heroínas de la Verdadera Revolución. Tuvo miedo de causar nuevos daños en el monumento de la Ciencia, y continuó su exploración, buscando algo más sólido donde apoyarse.

Sube a una tolva, transpone la balaustrada y vuelve a bajar deslizándose por la escalera. Después desaparece en la sombra de las máquinas, en el sitio en que las ruedas poderosas alzan sus masas gigantescas. Juan la deja hacer; entonces no hay peligro, entonces todo está inmóvil. Algunos segundos después, la joven reaparece.

Esta elegante almenara que el pueblo cordobés contempla absorto, mide cincuenta y cuatro codos desde su arranque hasta la parte superior del domo abierto, al cual vuelven la espalda los almuedanes que convocan á la oracion girando por el balcon saliente, cuya graciosa balaustrada ciñe en derredor los cuatro muros como un ligero anillo; y desde este balcon corrido hasta el remate, levanta otros diez y ocho codos , coronándose con tres hermosas manzanas, dos de oro y una de plata, de tres palmos y medio de diámetro cada una, de las cuales parten dos gallardos lirios de seis pétalos que sostienen una granada de purísimo oro.

Sin pronunciar ni escuchar una palabra más, bajé corriendo la ancha escalera con su balaustrada de cristal, llamé a la puerta de la pieza que había sido reservada para la señora Percival, dime a conocer, y en el acto fui recibido.

Lubimoff permanecía inmóvil, acodado en la baranda, con la mandíbula en una mano, como si no viese este río encajonado de hombres deslizándose más abajo de sus pies. Los ruidosos marineros, al alejarse, volvían la cabeza, repitiendo sus gritos y saludos, como si quisieran despertar á esta figura humana, rígida y adherida á la balaustrada lo mismo que si formase parte de su ornamentación.

Varias cúpulas desiguales, verdes y amarillas, revelaban la existencia de éstos remontándose por encima de la balaustrada final. En esta balaustrada aparecían sentados unos cuantos ángeles ó genios de bronce enteramente desnudos, con alas doradas, ofreciendo al extremo de sus brazos negros unos atributos de oro, cuya significación nadie llegaba á adivinar.

Por la escalera, agarrándose a la balaustrada, subía renqueando un viejo, envuelto en un largo y amplio gabán de mackintosk, capaz de preservar de todas las humedades a un explorador del Polo. Parecióle a Sabadell aquella estantigua el tío Frasquito en persona, y comenzó a subir ligeramente con la idea de alcanzarlo.

Y en esto miraba al balcón de su suegra, echando todo el desaliñado busto fuera de la balaustrada. Tremontorio no hacía más que contemplarla por debajo de sus cejas grises, pero, ¡qué celajes de su mirada!

¡Bah! no era por Blanca por quien era de temer su influencia murmuró el notario con expresión de duda echando una mirada al tío y al sobrino que estaban fumando apoyados en la balaustrada. ¿A quién se lo cuenta usted, mi querido tabelión? Eso es lo que hace ser mi elección tan delicada.

Palabra del Dia

ciencuenta

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