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Actualizado: 21 de junio de 2025


Comenzaron por besarse según costumbre, después de lo cual, anticipándose Beatriz a la vizcondesa, le habló en estas palabras: ¡Es singular! Cuando anoche recibí tu billete iba yo a escribirte rogándote que vinieras hoy a verme... tengo que pedirte un favor... ¿Un favor? repitió la señora de Aymaret sentándose a su lado.

De todas las amigas de infancia de Beatriz, una sola, mayor que ésta en dos o tres años, le había quedado obstinada y tiernamente fiel. Esa amiga era la vizcondesa de Aymaret, prima de la señorita de La Treillade, cuya linda calumniadora había perfidamente asociado el nombre de aquélla con el del marqués de Pierrepont, en su crónica escandalosa.

Todavía bajo el imperio de la dolorosa escena de la víspera no había podido aún Beatriz dominar sus angustias cuando recibió por la mañana el lacónico billete por el cual la señora de Aymaret la preparaba para tener con ella una importante entrevista.

Se me figura dijo el pintor a Beatriz , que tu amiga la señora de Aymaret es quien ha operado el milagro. Eso mismo me imagino yo respondió Beatriz. Lo que me llama más la atención es que anteanoche en el teatro, sin ir más lejos, de todo tenía cara menos de penitente.

, se va mañana... su trabajo lo ha fatigado mucho... los médicos le recomiendan un poco de distracción. No quisiera que se fuese dijo la niña , si lo permites voy a ayudar a Enriqueta para que no se le olvide nada. Yo misma voy dentro de un momento... anda, hija mía. Marcelita se fue corriendo. La señora de Aymaret se levantó para marcharse.

Y desde el momento que una explicación era inevitable, pensó acertadamente la señora de Aymaret que sería más decoroso y menos arriesgado hacerla ella misma a la interesada, descartando por ese medio a Pierrepont.

¿Embarcada? preguntó la señora de Aymaret. ¡Embarcada! ¿Por qué no?... es a cinco minutos de aquí... Si es el tête-

Habiendo ido la americana a despedirse de la vizcondesa en la víspera de su partida para New York, vía Havre, resolvió aquélla aprovechar la oportunidad y poner los cimientos del proyecto que hacía algunas fechas venía acariciando: claramente advirtió que miss Nicholson deseaba hacerle alguna confesión, circunstancia que llenó de gozo a la de Aymaret, quien, por su parte, estaba decidida a pedírsela a aquélla.

Beatriz se sentó en su mesa de escribir y trazó a vuela pluma estas breves líneas: «Al marqués de Pierrepont. «Todo lo que Elisa te pida, te lo pido yo también de rodillasAl día siguiente aquél, por indicación de la señora de Aymaret, presentóse en casa de ésta. La vizcondesa presentóle la carta en seguida. ¿De qué se trata? interrogó Pedro con gravedad después de haber leído.

Te aseguro le dijo la señora de Aymaret que el lenguaje que ha usado me ha parecido sincero... Antes de fijar su decisión en asunto tan grave quiere reflexionar con tranquilidad, lejos de las recuerdos, de las emociones que pudieran perturbar sus ideas...

Palabra del Dia

irrascible

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