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Actualizado: 16 de mayo de 2025
El siglo en que comienza para Europa la era de la division y del individualismo, en que al grandioso pensamiento que llevó á S. Luis á morir en las playas africanas, en defensa comun de la cristiandad, se sustituye la mezquina política de rivalidades que termina en el sistema moderno del equilibrio europeo; el siglo en que la humanidad, poseida de un vértigo de independencia, rompe el áureo lazo de la fraternidad y unidad católica y se entrega al inmoderado ejercicio de sus facultades aisladas, no es siglo en que puede aspirar á grandes creaciones un arte como la arquitectura, que há menester mas que otro alguno de esfuerzos colectivos y de unidad de pensamiento.
Sobrevivimos con harto desdoro a los horrores del fiero desastre; sobrevivimos y un áureo decoro cubre un harapo de vida en arrastre. ¡Oh, cuántas veces, en noches sin astros, como al imperio de un alto dictamen, héroe, tu sombra define sus rastros fija en un gesto solemne de examen!
La lisura de ágata de la frente; el bermellón de los carnosos labios; el ámbar de la nuca, el rosa trasparente del tabique de la nariz; el terciopelo castaño del lunar que travesea en la comisura de la boca; el vello áureo que desciende entre la mejilla y la oreja y vuelve a aparecer, más apretado y oscuro, en el labio superior, como leve sombra al difumino cosas eran para tentar a un colorista a que cogiese el pincel e intentase copiarlas.
Y te amo mas que á las hermosas flores Cuyo grato perfume nos embriaga, Mas que á la brisa que la frente halaga Del estío en los cálidos rigores. Yo te amo, por tu gracia y gentileza, Por tus ojos azules como el cielo, Por tus cabellos que cual aureo velo, Tiendes sobre tu angélica cabeza.
Te lo dice esta fiesta de la Raza, Rosal de luz que en rosas se te enlaza; Y de onda a onda, en rebrincar mirífico Te lo clama vibrando en aureo cántico, Cristóforo Colombo en el Atlántico, Y Hernán de Magalhaes en el Pacífico.
El libro santo que tengo reservado para el inimitable mihrab que ha de ser la maravilla del Andalús, conservará la unidad de nuestra fé: inalterable é inflexible nuestra creencia, crecerá el islamismo pujante en Europa arrollando esa multitud de leyes, sectas é instituciones que traen divididos á los incultos Godos y Germanos, y la Ley del Profeta, que es hoy el vínculo áureo de su pueblo predestinado, será con el tiempo la férrea argolla que fuerce á los rebeldes imperios idólatras á prosternarse ante la Quiblah de la grande aljama.»
Casi toda la pieza desaparecía bajo la gruesa capa de muletillas y bordados de oro formando flores con piedras de color en sus corolas. Las hombreras eran pesadísimos bloques de áureo bordado, de las que pendían arambeles del mismo metal. El oro se prolongaba hasta en los bordes de la pieza, formando compactas franjas que se estremecían a cada paso.
Primeramente avanzaba el «paso» de la Sentencia de Nuestro Señor Jesucristo, tablado lleno de figuras representando a Pilatos sentado en áureo trono, y alrededor de él sayones de multicolores faldellines y casco empenachado vigilando al triste Jesús, pronto a marchar al suplicio, con túnica de terciopelo morado cargado de bordados y tres plumeros de oro que fingían ser rayos de divinidad sobre su corona de espinas.
Brilla un sol tenue y amarillo que deshace las formas y las trueca en una insinuación huidera e inmaterial, no se sabe si de aurora o de atardecer, y es mediodía; un vapor áureo que empaña los límites y funde las cosas en unidad fluyente e indecisa, que no se sabe si es de recuerdo o de esperanza. Luz elísea.
Verterás la dulce euritmia del verso en prestigio de los lares nativos, cual aroma de grandeza, en el terso y aureo yelmo de patriotas altivos... Tu canción sea de triunfos y amores ante el alma nacional que te escucha: blancos ritmos a doncellas y flores, bravos toques a adalides en lucha...! POETAS ESPA
Palabra del Dia
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