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Actualizado: 19 de junio de 2025


Rióse como un condenado, y palpó la culata del revólver: las cajas de cartuchos estaban en sus bolsillos. Se le ocurrió una pregunta ¿dónde principiaría el drama? En su aturdimiento, no se le había ocurrido preguntarlo á Simoun, pero Simoun le había dicho que se alejase de la calle de Anloague.

Nada más natural. El catecúmeno que se trataba de atraer a la buena senda era no sólo un hombre de raras seducciones personales, sino, lo que es más, el presunto heredero de una gran fortuna, que, por si algo faltaba, disponía también de una corona de marquesa, y no hay que decir, considerados estos graves antecedentes, si sería formidable el despliegue de trajes, gracia, candor, aturdimiento o afectada indiferencia a que se entregaron aquellas adorables señoritas.

Después de esto, don José siguió preguntando a los médicos que habían hecho la cura en la plaza. Pasado su primer aturdimiento, mostrábanse éstos más optimistas.

Don Luis, que desde niño había estado acostumbrado a que nadie se descompusiese en su presencia, ni le dijese cosas que pudieran enojarle, porque durante su niñez le rodeaban criados, familiares y gente de la clientela de su padre que atendían sólo a su gusto, y después en el Seminario, así por sobrino del deán, como por lo mucho que él merecía, jamás había sido contrariado, sino considerado y adulado, sintió un aturdimiento singular, se quedó como herido por un rayo cuando vio al insolente conde arrastrar por el suelo, mancillar y cubrir de inmundo lodo la honra de la mujer que amaba.

Al estudiar tambien la actitud de la jóven que está de pié á su lado; al estudiar aquel aire confuso y vacilante, como si se hallase cercada por la mirada ávida del viejo, semejante á la cierva que oye gritos por todas partes y no sabe de qué modo huir, ni á qué punto correr: al estudiar el efecto admirable con que inclina la mano derecha que tiene la taza, mientras que la taza se ladea y va á verterse el chocolate; al comprender aquel doble efecto de la mano, doble digo, porque su inclinacion procede tanto del peso natural del plato y de la jícara, como de aquella especie de aturdimiento que la atribulaba: al contemplar estas figuras un hombre dotado de la emocion del arte, no puede menos de llegar á la evidencia perfectísima de que ni la escultura ni la pintura harian más.

Velázquez nunca ha tenido celos de ti se apresuró á decir la joven con increíble aturdimiento. Uceda, en la oscuridad, se puso encarnado hasta las orejas. Es decir, no tiene celos de ti, como no los tiene de nadie... Porque él es así... ¿sabes? añadió después de hacerse cargo de su indiscreción. ¡Es natural!... Está muy por encina de todos los demás manifestó el joven con acento sarcástico.

El pecador cae en tierra sin sentido, y cuando se recobra de su aturdimiento, no es ya el mismo que antes; arroja lejos de caftán y turbante, cúbrese con un saco de cerda, pide á Dios con súplicas de arrepentimiento que le conceda su gracia, y sólo ansía lavar sus pecados.

La fiera agitábase con aturdimiento entre las rojas telas, y apenas acometía a la muleta sentía el capotazo de otro torero atrayéndola lejos del espada. Gallardo, como si desease salir pronto de esta situación, se cuadró con el estoque alto, arrojándose sobre el toro. Un murmullo de estupefacción acogió el golpe.

No me causó vacilación aquel flujo de palabras, pero acabé por escucharlas. La afectuosa exasperación de Oliverio actuó como un calmante sobre mis nervios, espantosamente excitados y templó su tensión. Le pedí que me perdonara aquel arranque, efecto de mi estado de aturdimiento, asegurándole que en mis palabras no había ni asomos de desconfianza.

Habíase dormido tarde, desasosegado y nervioso por la importancia del acto que iba a realizar en la mañana siguiente, y el aturdimiento de un sueño corto e ineficaz le hizo buscar con avidez la caricia reconfortante del agua fría.

Palabra del Dia

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