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Actualizado: 6 de noviembre de 2025


¿Queréis otra cosa, buen hombre? -replicó Sancho. -Otra cosa querría -dijo el labrador-, sino que no me atrevo a decirlo; pero vaya, que, en fin, no se me ha de podrir en el pecho, pegue o no pegue.

No me atrevo á abandonar mi puesto, por más que sea un centinela poco fiel, cuya recompensa segura será la muerte y la deshonra cuando haya terminado su triste guardia. Estos siete años de infortunio y de desgracia te han abrumado con su peso, replicó Ester resuelta á infundirle ánimo con su propia energía. Pero tienes que dejar todo eso detrás de .

Se hallaría la ciencia ruda é ignorante, muda la retórica y la poesía balbuciente. Tanto minora siempre, aun á lo más excelso, la comparación con lo sumo. Y no obstante la innegable verdad de este principio, yo me atrevo, señor, á llamar grande lo que os ofrezco.

Y no tengo nadie a quien dirigirme, porque nadie me conoce bastante para interesarse por . Mi padre es muy bueno, pero necesitaría consejos para agradarle y no me atrevo a pedírselos. Me intimida hasta el extremo, a pesar de su bondad, que excede a todo lo que podía esperar. Me demuestra hasta ternura, y esto es un verdadero prodigio, pues nada he hecho hasta ahora para que me quiera.

Juan Jerez iba antes algunas veces a casa, antes de que yo saliese del colegio; ¿verdad? Cuéntame, que lo conoces. Yo que él se va a casar con Lucía, aunque ella no me habla de él nunca; pero a me gusta hablar de él. A Lucía no me atrevo a preguntarle, como ella no me dice...

Espíritu rebelde, á Dios me atrevo, y de su rompiendo ya los lazos, como reproche, ante sus ojos llevo de mi alma destrozada los pedazos. Si al escuchar mi queja en la agonía, de la lucha feroz al fin rendido, me echa en cara mi osada rebeldía, yo le podré decir: « lo has querido.

Me ha traído noticias de mi Alfonso, a quien dice que ha visto muchas veces en París; me ha recitado versos de mi hijo que yo desconocía por completo; son una especie de cadencias entre religiosas y melancólicas, dentro de las cuales se observa una pasión juvenil que no me atrevo a definir. Milly, 4 de junio de 1819. Ha llegado Alfonso y está muy bien de salud.

Hablar así de diario sería muy feo. Usted mismo pensaría mal de . Las gentes que nos viesen murmurarían. Mamá llegaría a saberlo y regañaría mucho y con razón sobrada. Bueno, me alegro con toda el alma de que esté usted decidido a hacerse presentar cuanto antes. Eso es lo recto y lo leal. ¿Qué?... No me atrevo a contestar a eso. Yo no entiendo bien esta maquinaria.

Siempre es preferible ser hombre á ser piedra. No me atrevo á disputarlo, porque mi causa es antipática; pero crea usted que hay momentos en que daría uno cualquier cosa por ser piedra. Nada, nada, Octavio, está usted enamorado; se le conoce á la legua dijo la condesa con alegría infantil y familiar capaz de trastornar á cualquiera.

Su marido navegaba sobre los bancos de Terranova, mientras que ella rodaba por París. ¿Asistió usted a su presentación en esta ciudad, señor duque? ¡, pardiez! y me atrevo a decir que hay pocas mujeres que hayan hecho mejor su camino. Ser bonita y tener talento, no es nada; lo difícil es aparentar ser millonaria, la única manera de que se le ofrezcan millones.

Palabra del Dia

vengado

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