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Actualizado: 6 de noviembre de 2025


, me atrevo. »Desde arriba, Alejo devoraba con sus ojos una gran cabellera negra, espléndida, profusa; un río de cabellos, como diría mi amigo el ilustre Cantarranas. De la nariz y barba sólo asomaba la punta. Pero lo que se podía contemplar entero, magnífico, eran los hombros, admirable muestra de escultura humana, que la tela no podía disimular.

La sima, con todo, tiene, según mi modo de sentir, algo de poco simpático, que no me atrevo a calificar de defecto, pero me alegraría de que desapareciese en otras obras del autor cuando las escriba. Y no dudo yo que habrá de escribirlas, por la gran disposición que ha mostrado en la ya escrita, y por el merecido aplauso con que el público le alentará de seguro.

Si pudiera reunirse todo lo que ha gastado y perdido, me atrevo á decir que se formaria un depósito mayor que el que tiene en sus cavas el Banco de Lóndres. Yo conozco una lonja en Madrid, cuyo dueño se ha enriquecido con los licores que ha despachado para la casa de Salamanca. Lo que ha consumido en tabaco, bastaria para dotar líberalmente á cien familias necesitadas.

La llamé aparte: «Estás triste, hija mía; ¿por qué no te diviertes, por qué no conversas, , que eres tan espiritual y tan ingeniosa?» «No me respondió; no me atrevo, ni me conviene, porque en seguida la hacen a una reputación de sabihonda, de marisabidilla, y la aislan a una más.

Cierto; no me entiende usted; es mal enemigo, y no me atrevo a insertarlo. ¡Oh inagotable capítulo de las consideraciones! Por todos lados adonde nos volvamos para marchar, encontramos con la pared. ¿Qué de elogios no merece esta noble moderación, este respeto a las personas que pueden, entre los batuecos? Encuéntrome con un escritor público. Señor bachiller, ¿qué le parece a usted mis escritos?

Rufina se abalanzó hacia él para decirle: «Está desde mediodía más sosegado... ¿Ves? Parece que duerme el pobre ángel. Quién sabe. Puede que se salve. Pero no me atrevo á tener esperanzas, no sea que las perdamos esta tarde. Torquemada no cabía en de sobresalto y ansiedad.

Descubro en la propensión, difícil de resistir, á todo lo malo. Todavía, si es posible, hay en algo peor. Lo noto, lo percibo y no , ni quiero, ni me atrevo á examinarlo. Lo que te declararé es que para el mundo ha de ser más peligroso que para otras mujeres, por naturaleza mejores. Lo que no hay en por naturaleza debo pedirlo por gracia al cielo. En él cifro mi esperanza.

Porque allá me cogen por su cuenta unas amigas protestantes que tengo, y que quiera que no, me hacen renegar... Usted tendrá la culpa; sobre su conciencia va. ¿Conque me quedo o me voy? Pues con esa responsabilidad tan grande no me atrevo a aconsejarle. Haga usted lo que le parezca mejor... Vaya, por fin llegamos. ¿Se ha cansado usted mucho?

Esta es una de esas composiciones de un trágico sublime, de pensamientos que recuerdan á Shakespeare, y que muestran á este gran poeta á la vez como historiador, como moralista, y casi me atrevo á decir como á hombre de Estado, como si, al llegar á cierta altura, se aproximasen todas las grandes facultades del espíritu y se confundieran unas con otras

Yo, que jamás oculto la verdad á V.M., me atrevo á decirle respetuosamente que mi sobrinillo no merece semejante favor. Es un loco: tiene la cabeza llena de desatinos, y creo que jamás será un hombre formal.

Palabra del Dia

aquietaron

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