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Actualizado: 13 de julio de 2025
El obelisco no nos atrae, no nos llama, no nos interesa, no nos seduce, sino porque es una especie de escritura sagrada, un geroglífico que no comprendemos, un pensamiento que no adivinamos, el símbolo de una creencia, un símbolo de fe, un símbolo de religion.
Á veces me habla V. del sol y de lo grande que es y de cómo atrae á los planetas y cometas; y á veces me describe los abismos del cielo, y me señala las más hermosas estrellas, y me declara sus nombres y la inmensa distancia á que están de nosotros, y el tiempo que tardan los rayos alados de su luz en herir nuestras pupilas.
La inquisición aún vive entre nosotros; no tememos a la hoguera, pero nos causa pavor el «qué dirán». La sociedad estacionada y refractaria a toda innovación es el Santo Oficio moderno. El que desentona, saliéndose de la general y monótona vulgaridad, se atrae las iras sordas de la gran masa escandalizada y sufre el castigo.
El joven, cada vez más cortado, extiende lentamente el brazo y, tomando por la mano á la niña, que la condesa tiene reclinada sobre el regazo, la atrae con suavidad hacia sí, la mete entre sus rodillas y, besándola, la dice muy quedo: ¿Cómo te llamas? Emilia. Es un nombre muy bonito. ¿Quieres mucho á tus hermanos? Sí. ¿Y á tus papás? Sí.
El brillo de otros siglos les atrae con su espejismo, pero llegan con retraso al llamamiento. Ustedes son los guerreros de un pueblo que forzosamente ha de vivir en paz; como los seminaristas son los futuros sacerdotes de un país en el que ya no se hacen milagros, ni hay fe, sino rutina y pereza de pensamiento.
Porque al fin, señor cura, él la ama. ¡Qué horrible frase, aplicada como la aplico en este instante! «Me habéis dicho que no era una cosa rara enamorarse dos veces en la vida, señor cura; ¿estáis bien seguro? ¿Estáis convencido de ello? Dicen que el amor atrae al amor; si conociera mi secreto ¿me querría?
Los diversos colores se igualan y hasta se confunden bajo el poder adorable de aquella luz risueña. Es una especie de apoteosis instantánea que atrae y halaga la vista.
El caso es que tenía afán de llegar al puerto; pero, una vez en él, echaba de menos la vida de a bordo. No sé lo que tiene el mar que atrae, ¿verdad?... ¡Aquel aire tan puro!... ¡Aquel movimiento!... ¡Aquella libertad!... A que sientes ganas de volverte al barco, ¿eh? terminó diciendo con una sonrisa maliciosa que acreditaba su extremada perspicacia.
La Naturaleza, ó dígase cuanto hay de sensible y de inteligible, cuanto se ve, se columbra ó se imagina, cuanto cabe en el pensamiento humano, y este mismo pensamiento, todo atrae nuestra atención, nos solicita para que lo contemplemos, lo fijemos con orden y método en nuestra memoria, y hasta procuremos averiguar sus causas y el término, fin y propósito hacia donde se dirige y encamina.
Y como yo pretendiera objetarle, me interrumpió, diciéndome en voz baja y acongojada. Mi hija, sólo mi hija me atrae a la vida... Llegábamos a casa en el momento mismo que entraban Fernanda y Blanca después de una batida por las mejores tiendas de lujo. Madre e hija estaban lindísimas como de costumbre y vestidas con una suprema elegancia.
Palabra del Dia
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