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Desde luego. La energía es conveniente hasta cierto límite. Pasando de él, muy expuesta, sobre todo cuando los sables tienen punta. Si se las cortasen, todavía redoblando los ataques sin descanso se puede hacer algo. Por lo menos, es posible aturdir al contrario. Pero cuando la llevan hay que andarse con ojo.

Por estas razones en la Fábrica se hacía política pesimista y se anunciaba y deseaba que al Gobierno «se lo llevase Judas». Dos cosas sobre todo alteraban la bilis de las cigarreras: el incremento del partido carlista y los ataques a la Virgen y a los Santos.

El padre indignado, mientras vivió, de la ingratitud del hijo, no quería oír su nombre; pero el ciego le guardaba todavía mucho cariño; no podía menos de recordar que aquel hermano, mayor que él, había sido su sostén en la niñez, el defensor de su debilidad contra los ataques de los demás chicos, y que siempre le hablaba con dulzura.

Si la princesa o reina Briolanja no hubiese hecho tantas locuras y dado tan desaforados ataques al corazón de Amadís, ¿cómo hubiera probado éste su fidelidad admirable a la señora Oriana ni cómo se hubiera hecho digno de llevar a cabo la aventura de la Insula firme, siendo espejo, norte y guía de leales amadores?

Ni con echarlo a broma haciendo chacota de su austero propósito, ni con mostrarse enojado, ni con bajarse a las súplicas logró nada nuestro buen caballero. María opuso a estos ataques, como había hecho con su novio, una actitud humilde, pero resuelta, imposible de vencer.

Pero cuando Martí fue interrogado, jadeante y como si llevara en el pecho una montaña, se acercó a los jueces, y afirmó con enérgica y vibrante voz que él si era el único y verdadero autor de la carta citada. Y para corroborar de manera elocuente su aserto, formuló duros ataques contra la dominación española, su tiránica política y sus hombres nulos e infames.

Creo que ha desaparecido de Madrid. Doña María de la Paz Jesús estaba en Segovia, donde tenía una casa de huéspedes. Respecto á doña Paulita, he tenido muchas noticias. ¡Qué singular pasión la suya! ; después empezó á padecer ataques muy frecuentes de catalepsia.

La pobrecilla pasaba muy malas noches. Padecía insomnios, y ataques de convulsión que la obligaban a dejar el lecho por algunas horas y a pasearse por el aposento, apoyada en el brazo de Angelina. ¡Es para una hermana de la Caridad! me decía la tía Carmen. Conmigo no tiene la pobrecilla sueño tranquilo.

Salí de allí muy alegre y regocijado. Angelina salió a encontrarme. Doña Carmelita ha tenido un ataque horroroso, ¡como nunca! Hace mucho tiempo que estaba bien: comía con apetito, dormía tranquilamente.... Es cierto que iba perdiendo las fuerzas, pero no tenía esos ataques, esas convulsiones que a me asustan.... Corrí al cuarto de la enferma.

El vulgo, que le tenía por cadáver embalsamado, era en esta creencia menos necio de lo que a primera vista parecía, y en los ataques fuertes casi todo el Rey estaba dentro de vendas negras. Su mirada triste vagaba por los objetos, como depositando en ellos parte de aquella tristeza de que impregnado estaba.