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Actualizado: 20 de junio de 2025
Treinta y cinco dias despues de este acontecimiento, es decir, el 28 de Noviembre, el ejército de occidente, al mando de Toro, atacaba á las tropas de guarnicion en Coro, desalojándolas de un reducto y tomándoles un cañon; y dos dias despues ponia en fuga á las de Miyares, que le salió al paso en Sabaneta con 800 hombres entre infantes y caballos, haciéndole algunos prisioneros y ganando una pieza de campaña.
Servía de base al drama el manoseado problema de la falsa posición creada por la sociedad al hijo natural, y el autor atacaba duramente ciertas hipocresías, que podrían ser ridículas sino tuvieran marcado carácter de intransigencias odiosas. La generala Pillote se mostró desde luego partidaria del perdón.
No podía mirar sin horror los tabiques de esteras, más propios para atentar a la decencia que para resguardarla, y el vocerío de tanta chiquillería ordinaria le atacaba los nervios. Por las tardes, casi al anochecer, solía bajar a Madrid, para visitar a alguna amiga o dar una vuelta por las tiendas conocidas. En estas había poquísima gente.
Ella siguió hablando de su carácter; un carácter práctico, incompatible con la ilusión poetical. Atacaba ferozmente el odiado fantasma de la poesía, como si viese en él un motivo de errores y desgracias. Luego habló de su marido con un entusiasmo tenaz, molesto para Ojeda. Era más alto que él y de una distinción que conquistaba el respeto de todos.
Mi trabajo suscitó en el seno del jurado una discusión importantísima, de la cual se ocupó mi hermano Julio en la carta que con tal motivo dirigió al barón de Mayals. Yo atacaba valientemente la medida de la expulsión, demostrando hasta la evidencia que fue injusta y cruel, aparte de antieconómica y antisocial.
¡Libertad, comodidades, buena ropa, baño, casa, lujo, dinero!... Así como a D. José le entraba el mareo con lo que el lector sabe, a Isidora le atacaba el mismo mal con sólo la probabilidad de hacer efectivas las ideas expresadas por aquellos mágicos vocablos. Cada ser tiene sus imanes. ¡Oh pena de las penas!
Lo sé de buena tinta.... Quintanar debe de haber mandado a estas horas sus padrinos a don Álvaro. ¡Padrinos! ¿por qué? preguntó Redondo. ¡Bah! Está usted buen cazurro. Demasiado sabe usted por qué. La verdad es que aquello era un escándalo. Joaquín Orgaz defendió a don Álvaro. Pero Foja no atacaba a Mesía, atacaba a don Víctor que había consentido tanto tiempo aquella desvergüenza.
Miguel, que era el que atacaba, se sintió fatigadísimo; tanto, que lo hizo presente en voz alta, y los padrinos les obligaron a suspender y les dieron diez minutos de descanso. Durante ellos, Miguel se vistió el gabán y se fue a fumar un cigarro en un banco con la mayor tranquilidad, en la apariencia, en realidad muy irritado por aquel extraño procedimiento de su contrario.
Mientras que en el libre valle, corriendo sin cesar, acariciado por la luz, el arroyo ha derribado y arrastrado los escombros de las enormes masas de piedra que unían las aristas de los montes, actualmente cortadas, el agua de las cavernas que con el auxilio del ácido carbónico atacaba á la dura roca para disolverla y agujerearla paulatinamente, ha practicado también galerías, balsas y túneles, sin haber hecho hundirse al enorme edificio en cuyas entrañas nace.
La muchedumbre sintió que se desvanecía su vengativa animadversión contra el toro. No se revolvía mal; atacaba. ¡Olé! Y todos saludaron con entusiasmo los pases de muleta, envolviendo en la misma aprobación al lidiador y a la fiera. Quedó el toro inmóvil, humillando la cerviz y con la lengua pendiente.
Palabra del Dia
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