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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Supón que fueras un hombre notable entre los de tu calaña, el más ciego de los ciegos, el más loco de los locos: ¿qué harías, cuál sería tu aspiración? Yo no tengo aspiraciones bastardas; no quiero medrar á la sombra de un tirano que pague la adulación con dinero; yo no aspiro más que á la gratitud del género humano, á la gloria. ¿Gloria por ese camino?
Eran sus síntomas el desdén y el hastío de cuanto le rodeaba, y la vaga aspiración a un bien remoto, confusamente trazado y medio desvanecido entre las nieblas y vapores de mil ensueños. Poldy desechaba por vulgar y necia la creencia de su hermano, de que un erudito alemán hubiese compuesto los versos sanscritos para entretenerse o para mostrar su pericia.
Estas reformas, que son la colonización y el encauzamiento del comercio hacia la metrópoli, tienen una aspiración única, y ésta es la españolización del país por la extensión de la raza peninsular, que en su mezcla con la indígena dá origen á ese otro pueblo vigoroso y enérgico que hoy lleva el nombre de mestizo.
Por lo menos, me consta que es una aspiración colectiva en Venezuela, porque de ella, como de algunas otras no muy extensas, depende la transformación de aquel país . A las ocho y media de la noche llegamos por fin a aquel valle delicioso tantas veces regado por sangre y en cuyo seno se ostenta Caracas, la noble ciudad que fue cuna y que es tumba de Bolívar.
En el mayor acontecimiento de nuestra historia, en la realización, por desgracia harto poco duradera, de la más alta aspiración patriótica de los españoles, D. Cristóbal de Moura interviene con pasmosa y feliz eficacia.
Indudablemente, pero es una simple aspiración nacional, egoísta en su patriotismo, exclusiva en su ambición, pero que no está revestida, como antes dije, de los caracteres de un principio de justicia, de derecho natural, que sea capaz de imponerse a la América entera.
Y así fué cómo lentamente sorprendí el secreto de su naturaleza; su clara frente que el cabello descubre, tan clara y despejada, luego me contó la rectitud de su pensar; su sonrisa, de una nobleza tan intelectual, fácilmente me reveló su desdén hacia lo mundano y lo efímero y su incansable aspiración hacia un vivir de verdad y de belleza; cada gracia de sus movimientos me tradujo una delicadeza de su gusto; y en sus ojos diferencié lo que en ellos tan adorablemente se confunde, luz de razón, calor de corazón, la luz que mejor calienta la lumbre que más ilumina... La certeza de tantas perfecciones bastaba ya para hacer doblar, en una adoración perpetua, las rodillas más rebeldes.
En suma, si pasajeros del momento presente, tenemos por lo menos la aspiración ideal de considerarnos ciudadanos definitivos de una ciudad más perfecta, que está aun por fundar, y trabajamos para fundarla, ¿qué nos impedirá ser más felices, como premio de tal esfuerzo en el futuro?
¡Oh! ¡No, señor! exclamó toda turbada la joven, poniéndose roja. El señor coadjutor no tiene aspiración ninguna. Está tan contento con el cargo como sin él. Nada sabe ni nada quiero que sepa... He sido yo quien por el odio que me inspira la injusticia me atreví a dar este paso... acaso imprudentemente... ¡Sin acaso! ¡Sin acaso! murmuró el prelado, sacudiendo la cabeza.
Al analizar el presente, todo le parecía negro; mas al estudiar la vida de otras épocas, miraba bajo distintas formas reproducidas las mismas dificultades, pero siempre disminuidas, hechas cada vez más soportables, y supo que ese trabajo de los siglos, aspiración y tarea de la humanidad, es el progreso.
Palabra del Dia
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