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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Excelente asintió Nepomuceno, limpiándose los labios con la servilleta y bajando la cabeza. Cuenta conmigo y con la señorita Marta, con Marta Körner, la del ingeniero, ya sabes, mi amiguita, que irá conmigo. El tío me acompañará, ¿verdad? Y acaso el primo Sebastián, que vendrá a las ferias.
Asimismo el Gobernador de Chucuito, luego que supo la alteracion de los primeros pueblos de su provincia, solicitaba los medios de sosegarla, y habiéndose tratado en junta, de guerra los que parecian mas oportuno, se propuso remitir gente armada para contener aquellos movimientos, á que no asintió Orellana por la consideracion de que, siendo dimanados de la misma causa que los demas, era indispensable que toda la provincia se conmoviese, y por consiguiente quedase encerrado el destacamento en el centro de ella: como efectivamente le sucedió al que, por órden particular de su Gobernador, se despachó á las del cacique de Pomata, D. José Toribio Castilla, que fué sacrificado con 25 hombres que le acompañaban en su mismo pueblo; ocasion que aprovecharon los vecinos para declararse á cara descubierta por el rebelde.
El hombre refinado y de complicaciones espirituales se ha hundido, quién sabe por cuántos años... Ahora sube á la superficie como triunfador el hombre simple, de ideas limitadas, pero firmes, que sabe obedecer. Ya no estamos de moda. Desnoyers asintió. Así era: ya no estaban de moda.
También la duquesa de Delille vino á él, estrechándole las dos manos y envolviéndolo en una mirada extraña. Tu madre me quería de verdad... En los últimos años nos hemos visto mucho. Miguel asintió mudamente. Lo sabía. La princesa Lubimoff era el único sostén de esta apasionada sin escrúpulos que se iba á fondo en la consideración de las gentes.
Al final del primer acto se enronquecen; al segundo, han perdido la voz; antes del final, tienen que huir... Y lo mismo se encuentran talentos frágiles en todas las artes: talentos en capullo que no se abren nunca, que carecen de vigor para abrirse y se marchitan y mueren. Ojeda asintió con movimientos de cabeza.
Nunca se ha visto un despilfarro de vida y de energías más glorioso e inútil. El doctor Zurita protestó de esto último. Inútil no. En lo que se refiere a las empresas de Europa, indudablemente... Pero queda la América, todas las repúblicas que hablan español, y que más allá de sus diferencias de constitución nacional son iguales por su alma y sus costumbres. Ojeda asintió.
Diga usted, papá: Cuando a mí me falta aire y me ahogo, como aquella infeliz avecilla, ¿no se me podría también devolver la vida rodeándome de flores? Sí, Magdalena; sí, hija mía; ya lo haremos así asintió el doctor. No pases pena: yo te llevaré a un país en que no mueren jamás ni las flores, ni las niñas y allí vivirás tú entre rosas como una abeja o un pájaro.
Las redondas mejillas de Sofía eran sonrosadas y suaves, los grandes ojos de Sofía eran muy brillantes y azules, y la muselina blanca del trajo escotado de Sofía descansaba muellemente sobre sus hombros blancos y rollizos. Sofía miró al maestro y el maestro asintió con la cabeza. Entonces Sofía dijo con dulce voz: ¡Josué mandó al sol que se parase y le obedeció!
Y salió del buque sin volver la cabeza, con paso acelerado, como si corriese á la realización de algo que llenaba su pensamiento. Tòni corrió también hacia el ventano del camarote de Ulises. ¿Ya se ha ido? preguntó éste con impaciencia. El piloto asintió con la cabeza. Se había ido prometiendo no volver. Así sea dijo Ferragut.
Servirían ustedes a la reina Flavia repliqué, y ojalá pudiese yo hacer otro tanto. Siguió una pausa y después dijo el viejo Sarto, con expresión tan cómica, que Tarlein y yo nos echamos a reír: ¿Por qué no se casaría el finado rey Rodolfo III con la bisabuela aquella de usted, Raséndil? Al grano, al grano le dije. Se trata del Rey actual. Es verdad asintió Tarlein.
Palabra del Dia
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