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Actualizado: 9 de junio de 2025


La señora de Villanera, que nunca había sentido simpatía por el duque, se interesaba mediocremente por su estado, pero se consideraba triunfante al tener a mano a una víctima de la señora Chermidy. Dedicó los cuidados más asiduos al señor de La Tour de Embleuse y le arrancó todos los secretos de su miseria y de su decadencia.

Estos y otros lectores asiduos se pasan los periódicos de mano en mano, en silencio, devorando noticias que leen repetidas en ocho o diez papeles. Así se alimentan aquellos espíritus que antes de las once de la noche se van a dormir satisfechos, convencidos de que el cajero de tal parte se ha escapado con los fondos. Lo han leído en ocho o diez fuentes distintas.

El uno de ellos, nacido en Algodonales, era de los contertulios más asiduos del barbero Calleja; y no es aventurado afirmar que intervino en la cuasi-trágica escena que en el primer capítulo referimos. Se llamaba Francisco Aldama, y por ser andaluz y bastante aficionado al trato de los lidiadoras de toros, se le llamaba Curro Aldama, ó el Curro.

Quizá el enredo estaba preparado de antemano, acaso tenía a esta niña de cabello rojo, como el de su madre, en Sacramento, a una distancia conveniente, y preparada para traerla cuando fuese oportuno. Recordó entonces los asiduos viajes debidos, según decía él, a negocios. Acaso la madre estaba también allí; pero no, se había ido hacia el Este.

D.ª Fredes era aficionadísima a la literatura, a la música y en general a todas las artes; se creía muy competente, y sus tertulios asiduos la creían también. Reuníanse en aquella casa los domingos varios poetas y poetisas, alguna de las cuales tocaba asimismo el piano.

Estáis cogidos, odiosos impíos parecen decir las caras de los devotos asiduos ante la invasión de los nuevos filisteos. El coro nos pertenece como a vosotros, estúpidos santurrones parece que responden los impíos aludidos. Y unos y otros, al salir de la Catedral, exclaman con satisfacción: La verdad es que Aiglemont puede estar orgulloso de su coro. Se dice Aiglemont y no la Catedral.

Pero, recientemente, me ha salido un admirador, un verdadero admirador, en la provincia de Guadalajara. «Soy me viene a decir este hombre magnífico uno de sus lectores más asiduos y más inteligentes, y me he suscrito a El Sol con el único objeto de ver los artículos de usted...» Y desde entonces, yo no puedo escribir, porque la imagen de mi admirador me obsesiona por completo.

La mayoría de los redactores fue nombrada por el conde; algunos eran hijos de sus tertulianos asiduos, otros periodistas famélicos a quienes debía algún suelto laudatorio. Por fin apareció el primer número. Grande fue la sorpresa de Miguel al leer debajo del título otro rengloncito corto que decía: «Director: don Pedro Mendoza y PimentelNo pudo reprimir un sentimiento de indignación.

El gasto de la conversación hiciéronlo Tristán, Gustavo Núñez, la condesa de Peñarrubia y Narciso Luna. Los tres últimos se conocían y se trataban íntimamente, y Gustavo y Narciso se tuteaban como socios asiduos de la Peña. Aquél era ingenioso y culto como ya sabemos; éste un hombre vulgar que suplía a menudo el ingenio con la desvergüenza.

Los dos amigos eran asiduos concurrentes á la ópera, y solían amenizar sus conversaciones con los cantos y romanzas de que tenían llena la cabeza; y á veces, cuando en el diálogo encajaba bien, soltaban algún recitativo. Por eso cuando el lúgubre dijo: Ha venido, el periodista cantó con afectación de sobresalto: ¿L'incógnito amante della Rossina? Apunto quello, contestó el otro.

Palabra del Dia

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